La CFE reemplaza medidores por tecnología AMI para mejorar precisión y seguridad. ¿Cómo afectará a los usuarios y al sistema eléctrico?
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) inició un operativo nacional para sustituir medidores convencionales por dispositivos inteligentes con Infraestructura de Medición Avanzada (AMI). El cambio se realiza casa por casa, sin requerir consentimiento del propietario, conforme a la Ley de la Industria Eléctrica y disposiciones regulatorias vigentes. El objetivo: medición remota, reducción de pérdidas y mayor confiabilidad en el suministro.
Los medidores AMI permiten registrar el consumo en tiempo real, enviar datos automáticamente y ejecutar cortes o reconexiones sin desplazamiento de cuadrillas. Esta tecnología no solo optimiza la operación, sino que dificulta manipulaciones ilegales, acelera la detección de fallas y fortalece la seguridad energética en un sistema que atiende más de 46 millones de usuarios.
Entre sus beneficios clave:
La CFE aclara que los medidores inteligentes no modifican las tarifas, pero sí ajustan los recibos al consumo real. Hogares con lecturas subestimadas podrían ver incrementos, mientras que quienes pagaban de más podrían beneficiarse. Además, el monitoreo permitirá a los usuarios visualizar patrones de consumo y adoptar medidas para reducir gasto energético.
El reemplazo es obligatorio en zonas incluidas en el programa de modernización. El personal debe portar identificación y explicar el procedimiento. Aunque no se requiere autorización, los usuarios pueden solicitar información sobre el equipo y su funcionamiento. La CFE recomienda no obstaculizar el cambio, ya que el medidor es parte de la infraestructura regulada y su actualización es esencial para garantizar calidad y continuidad del servicio.
La instalación masiva de medidores AMI es el primer paso hacia un ecosistema eléctrico digital, donde la gestión predictiva, la integración de renovables y la respuesta a la demanda serán posibles gracias a datos confiables y en tiempo real. Para México, esta transición no es opcional: es la base para enfrentar retos de eficiencia, seguridad y sostenibilidad en la próxima década.
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