La central geotermoeléctrica Los Azufres, de CFE, aporta cerca del 40% de la energía geotérmica de México con una capacidad efectiva de ~242 MW. Su energía firme 24/7 se convierte en un pilar para data centers, IA, parques industriales y la transición energética más allá de solar y eólica.
En la sierra fría de Michoacán, entre bosques de pino y vapor que se eleva de la tierra, opera uno de los activos más estratégicos de la transición energética mexicana: la central geotermoeléctrica Los Azufres, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Con una capacidad efectiva cercana a los 242 MW y una producción que representa alrededor de 40% de toda la energía geotérmica del país, este complejo se ha convertido en algo más que un proyecto emblemático: es una pieza firme del rompecabezas eléctrico nacional.
Mientras buena parte de la conversación pública se concentra en parques solares y eólicos, Los Azufres trabaja en silencio todos los días del año, generando energía limpia que no depende del sol ni del viento. Su aportación es suficientemente robusta como para abastecer a cientos de miles de hogares y sostener cargas que no toleran apagones ni variaciones bruscas: data centers, infraestructura de inteligencia artificial y parques industriales intensivos en electricidad.
Los Azufres no es una planta experimental ni un piloto renovable: es un complejo industrial maduro, con décadas de operación, que CFE ha ido modernizando y ampliando para mantenerlo en la primera línea tecnológica de la geotermia.
La central opera con una capacidad efectiva de alrededor de 242.36 MW y, en distintos ejercicios, ha llegado a generar entre 1,200 y 1,600 GWh anuales de energía geotermoeléctrica. Esa producción equivale a abastecer a más de un millón de personas y supera con creces el consumo de ciudades medianas del Bajío y el centro del país.
La clave está en el recurso: agua sobrecalentada a gran profundidad, atrapada en reservorios del Eje Neovolcánico, que se canaliza mediante pozos y una red de vaporductos hacia unidades de generación diseñadas específicamente para operar con vapor geotérmico. A diferencia de una central solar o eólica, donde la disponibilidad depende del clima, Los Azufres puede operar de manera continua, con curvas de generación estables que resultan ideales para sostener el sistema eléctrico y respaldar otras fuentes intermitentes.
En un país que aspira a atraer data centers de hiperescala, infraestructura de IA generativa y clusters industriales de operación continua, la pregunta ya no es sólo cuánta energía limpia se puede generar, sino qué parte de esa energía es realmente firme y predecible.
Ahí es donde Los Azufres gana peso estratégico:
Puede inyectar potencia de base al sistema en horarios donde ni el sol ni el viento aportan suficiente energía.
Ofrece un perfil de generación mucho más estable que los parques solares o eólicos, reduciendo la necesidad de reservas de respaldo.
Se convierte en un ancla ideal para contratos de largo plazo con usuarios que no pueden darse el lujo de depender únicamente de fuentes intermitentes.
Para un data center, un campus de IA o una planta con procesos termo-intensivos, la combinación de energía limpia y alta disponibilidad es crítica. Los Azufres no sólo contribuye a reducir emisiones; permite construir ofertas eléctricas con menor riesgo operativo, un elemento clave cuando se evalúan inversiones de cientos o miles de millones de dólares.
La narrativa dominante de la transición suele resumirse en dos palabras: solar y eólica. Pero los operadores de red, los ingenieros de planeación y los grandes consumidores saben que la realidad es bastante más compleja.
La geotermia presenta diferencias estructurales:
No depende de irradiación ni de velocidad del viento, lo que permite operar de día y de noche con curvas relativamente planas.
Reduce la necesidad de arranques y paros frecuentes en centrales térmicas, lo que mejora eficiencia y disminuye costos de mantenimiento.
Ayuda a estabilizar frecuencia y voltaje en sistemas con creciente penetración de renovables variables.
En la práctica, una hora de geotermia en Los Azufres no se comporta igual que una hora de solar en el altiplano o de eólica en el Istmo. La primera puede considerarse energía de base, mientras que las otras dos exigen un diseño más fino de almacenamiento, respaldo y flexibilidad en la red.
Por eso, aunque la capacidad instalada eólica y solar acapara los titulares, la contribución de Los Azufres pesa más de lo que sugieren los MW en una tabla: su valor está en el tipo de energía que entrega.
CFE ha dejado claro que no ve a Los Azufres como un proyecto aislado, sino como parte de una estrategia de portafolio que combina:
Geotermia firme (Los Azufres y otros campos): energía limpia de base.
Renovables variables (hidro, solar, eólica): generación adicional y reducción de emisiones marginales.
Ciclos combinados a gas natural: flexibilidad para modular la oferta cuando cambia la demanda o baja la producción renovable.
Este diseño permite que, mientras la geotermia mantiene el “pulso” del sistema, la solar y la eólica incrementan la proporción de energía limpia cuando el recurso está disponible, y el gas natural cubre los huecos residuales.
En ese esquema, Los Azufres actúa como estabilizador: reduce la volatilidad operativa y facilita integrar más renovables sin comprometer la confiabilidad. Para la empresa productiva del Estado, es también un activo emblemático que demuestra capacidad tecnológica propia en un segmento donde pocos países tienen liderazgo real.
Más allá del campo geotérmico y sus pozos, la relevancia de Los Azufres se decide en la red. La energía generada se evacúa a través de líneas de transmisión de alta tensión, conectadas a subestaciones que vinculan la central con el Sistema Eléctrico Nacional.
En la práctica, esto significa que la energía geotérmica no sólo alimenta localidades cercanas: fluye a la red de 115 kV y, desde ahí, se integra a niveles superiores de tensión que permiten enviarla hacia otros nodos de demanda. Esta arquitectura hace posible que un recurso localizado en un bosque de Michoacán termine sosteniendo cargas urbanas, industriales e incluso infraestructura digital ubicada a decenas o cientos de kilómetros.
Para el regulador y los planificadores del sistema, el caso de Los Azufres demuestra que la geotermia no es sólo un recurso local, sino una herramienta de estabilidad que se integra a la red nacional y contribuye al balance general de potencia y energía.
En la medida en que CFE refuerza su liderazgo geotérmico, se abren nuevas oportunidades de negocio y diseño contractual. Los grandes consumidores —desde parques industriales y automotrices hasta empresas de tecnología y manufactura 24/7— buscan:
Certidumbre de suministro.
Perfil de generación constante.
Reducción demostrable de emisiones de alcance 2.
La energía de Los Azufres puede convertirse en un insumo clave para contratos de suministro de largo plazo, esquemas híbridos donde el componente geotérmico actúa como base y se complementa con renovables variables y mecanismos de flexibilidad.
Para la industria que enfrenta presiones ESG, compromisos de descarbonización y requisitos de sus cadenas globales, poder acreditar que una fracción significativa de su energía proviene de geotermia firme de CFE en nodos específicos puede marcar la diferencia en decisiones de inversión y en la evaluación de riesgo país.
En el discurso público, la transición eléctrica mexicana suele reducirse a debates sobre gas natural, solar masiva y eólica en corredores emblemáticos. Sin embargo, la experiencia de Los Azufres muestra que la geotermia debe ser tratada como un pilar, no como un complemento exótico.
Su capacidad para:
Proveer energía limpia 24/7.
Estabilizar un sistema con más renovables variables.
Respaldar cargas críticas de data centers, IA y producción continua.
Ofrecer una base sólida para contratos de largo plazo con grandes usuarios,
la coloca en el centro de una transición que requiere menos slogans y más ingeniería de detalle.
Los Azufres no es sólo una planta que produce megawatts; es una demostración viva de cómo el calor de la tierra puede convertirse en infraestructura estratégica para el país.
Para una empresa intensiva en energía, el mapa importa tanto como la tarifa. No basta saber que existe geotermia en México; hay que entender en qué nodos del sistema se traduce en menor riesgo y mejor perfil de suministro.
Con EnergiA – IA Regulatoria puedes:
Identificar nodos del sistema donde la geotermia de CFE aporta energía firme relevante.
Simular escenarios de despacho combinando geotermia, ciclos combinados y renovables variables.
Evaluar la conveniencia de contratos de largo plazo en regiones respaldadas por Los Azufres y otros proyectos limpios.
Integrar tu huella de consumo y tus metas ESG en modelos de riesgo eléctrico y climático.
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