Descubre por qué persisten las sospechas de encubrimiento en el caso del exgobernador Cuauhtémoc Blanco, acusado de abuso sexual, y cómo la postura de Claudia Sheinbaum y Morena desata polémica en el Congreso.
Mientras el exgobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, enfrenta la petición de desafuero por presunto abuso sexual, la presidenta Claudia Sheinbaum insiste en que su administración “no encubre a nadie”. Sin embargo, desde las filas de la oposición y algunos medios críticos salta la sospecha de que, en realidad, Morena —el partido de ambos— podría estar metiendo mano para blindar al exfutbolista. ¿Por qué? Porque, pese a la gravedad de las acusaciones, la cúpula morenista ha guardado un hermético silencio, y la mandataria ha sido cautelosa en sus declaraciones, aunque ella jure que se lleve “la justicia hasta el hueso”.
La denuncia contra Blanco fue presentada por su media hermana, nada menos, y se tradujo en una solicitud de desafuero para retirarle la protección parlamentaria que hoy lo cobija como legislador de Morena. Con la Fiscalía de Morelos respaldando la acusación, todo parecía encaminado para que el exgobernador respondiera ante la justicia. Pero algo cambió en los últimos días: la retórica oficial ha virado a subrayar los “vicios” del exfiscal Uriel Carmona, en vez de confirmar si Blanco tendrá que rendir cuentas.
La presidenta no perdió la oportunidad de descalificar a Uriel Carmona, afirmando que protegió feminicidios e, incluso, “encubrió” casos delicados durante su gestión. Resulta curioso que, de la noche a la mañana, salgan a relucir múltiples expedientes contra Cuauhtémoc Blanco, justo cuando Carmona está contra la pared y, según Sheinbaum, “intentaba salvar su propio pellejo”. Para muchos, esta narrativa sugiere que las autoridades estarían enterrando la gravedad de las denuncias contra el exgobernador, desviando los reflectores hacia la figura del exfiscal, pintado ahora como el gran villano.
No son pocos los que señalan que Morena podría estar protegiendo a uno de sus personajes más mediáticos, alguien que, para bien o para mal, sigue arrastrando el aura de ídolo del balompié nacional. La pregunta en el aire es si Sheinbaum habla en serio cuando dice “que se investigue, no encubrimos a nadie”, o si en el fondo el partido está moviendo hilos para frenar el desafuero. Al final del día, la decisión recaerá en los diputados, que podrían dar luz verde a los procesos judiciales o, por el contrario, tomar un rumbo que salve la reputación de la Cuarta Transformación.
Ahora mismo, todo se centra en el Congreso: si la Sección Instructora ve indicios sólidos, Blanco podría perder su fuero y enfrentar la justicia como cualquier ciudadano. De no ser así, el exgobernador seguiría amparado bajo la sombra de Morena, alimentando la versión de quienes piensan que, en México, el color del partido en el poder define si se aplica la ley o se disfraza la realidad. La ciudadanía, expectante, mira cómo se desenvuelve un caso que combina deporte, política y acusaciones de la mayor seriedad. Por lo pronto, Sheinbaum alza la voz y dice: “No protegemos a nadie”. ¿Le creerán?
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