Senado veta vapeadores y fentanilo: ¿manotazo al mercado?

Con una reforma que echa en el mismo costal al fentanilo y a los vapeadores, el Senado mexicano desata un avispero político y legal. Aquí encontrarás las claves para entender por qué esta movida puede encender la chispa del mercado negro y abrirle la puerta grande a los capos, mientras quienes piden regular se rascan la cabeza pensando: ¿prohibir por prohibir o meter orden con cabeza fría? Ésta es la guía esencial para comprender el futuro

Senado veta vapeadores y fentanilo: ¿manotazo al mercado?

Ciudad de México.- Con un movimiento que tomó a más de uno con la guardia baja, las comisiones unidas del Senado decidieron ponerle candado a la producción y comercialización no sólo del fentanilo—esa sustancia que ya es un lobo hambriento rondando en el corral—sino también a los vapeadores, esos dispositivos electrónicos que, sin hacer ruido, han ido tomando terreno entre consumidores que buscan humo sin fuego.

La decisión, avalada por unanimidad en las comisiones de Puntos Constitucionales, Estudios Legislativos y Salud, sienta las bases para reformar los artículos 4 y 5 de la Constitución mexicana. Así, en un mismo paquete, la prohibición del fentanilo, droga que en Estados Unidos ha cimbrado a familias enteras y la de los cigarrillos electrónicos queda amarrada a la Carta Magna. Para muchos, esto es como mezclar peras con manzanas, y la crítica no tardó en llover.

Indignación opositora ante la “demencial” equiparación

El senador panista Ricardo Anaya, secretario de la Comisión de Puntos Constitucionales, despotricó con dureza:

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“¿Cómo diablos equiparan el fentanilo, que es una bestia negra capaz de matar a decenas de miles al año, con un vapeador que, con todo y sus riesgos, se queda chiquito frente a esa catástrofe?.”
Comentó Ricardo Anaya

Cuestionó con una ceja levantada.

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“¿Dónde quedó el espíritu liberal que no quería prohibir por prohibir?.”
Por Ricardo Anaya

Como quien avienta un dardo buscando el blanco en el orgullo de la bancada oficialista.

Marko Cortés, también de la filas del PAN, propuso un matiz distinto: cambiar “prohibir” por “regular”. Según él, la simple prohibición será un regalo envuelto en celofán para el mercado negro, que sabrá cómo sacar raja del vacío legal. En otras palabras, “si le cierras la puerta de la tienda, los narcos te abren la ventana por atrás”.

La priista Carolina Viggiano, sin quedarse callada, coincidió en meterle freno al fentanilo, pero pidió que el dictamen se afinara para no condenar a los vapeadores a la clandestinidad:

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“Si ponemos todo bajo llave, al final lo único que vamos a lograr es que la llave quede en manos de los criminales.”
Por Carolina Viggiano

Apuntando a que la regulación—y no la prohibición absoluta—sería la manera de evitar que las calles se conviertan en un tianguis oculto.

Una puerta abierta a más debate

Esta reforma aún debe pasar la prueba del Pleno, donde el jaloneo político se antoja intenso. Mientras tanto, en el aire queda flotando la gran pregunta: ¿realmente es buena idea tirar el agua sucia junto con el bebé? O, en este caso, ¿empaquetar el fentanilo asesino y los vapeadores en la misma caja?

Si quieres más contexto sobre cómo México ha lidiado con el tema de los vapeadores—y qué implicaciones podría tener esta reforma—no dejes de revisar este análisis previo sobre la regulación de vapeadores en el país. Ahí se echa luz sobre el panorama actual de estos dispositivos y las tentativas por meterlos en cintura sin caer en prohibiciones que, a la larga, podrían ser puro atole con el dedo.

Por ahora, la moneda sigue en el aire y el Senado tendrá la última palabra. En una cancha política donde hoy se alaban las libertades y mañana se impone la mano dura, esta historia apenas comienza a dar de qué hablar.

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