México enfrenta una contradicción energética alarmante: mientras quema millones de pies cúbicos de gas natural, importa el 70% de lo que consume. Analizamos las causas y consecuencias de esta paradoja.
En un país donde la soberanía energética se ha convertido en bandera política, los números revelan una paradoja difícil de ignorar: México quema diariamente millones de pies cúbicos de gas natural mientras importa el 70% de lo que consume. Esta contradicción no solo representa un desperdicio millonario, sino que compromete la seguridad energética nacional y los compromisos ambientales del país.
Según datos oficiales, en enero pasado la producción nacional de gas apenas alcanzó los 4,377 millones de pies cúbicos diarios, una cifra que muestra una preocupante caída frente a los 4,801 millones del año anterior. Mientras tanto, el consumo nacional ronda los nueve millones diarios, dejando un déficit estructural que se cubre con importaciones, principalmente desde Texas.
"Estamos ante un círculo vicioso", explica el ingeniero energético Roberto de Jesús. "Por un lado quemamos gas asociado en los campos petroleros por falta de infraestructura para aprovecharlo, y por otro gastamos millones en importar lo que podríamos producir aquí".
El problema de fondo radica en la falta de una red integral de gasoductos que permita transportar el gas desde los yacimientos hasta los centros de consumo. Proyectos como el gasoducto Puerta al Sureste o la ampliación del Mayakan en Yucatán, aunque importantes, siguen dependiendo del gas importado para operar.
En el norte del país, el gasoducto Centauro del Norte promete llevar por primera vez gas natural a Baja California, una región que históricamente ha estado desconectada de la red nacional. Sin embargo, estos esfuerzos resultan insuficientes frente a la magnitud del desafío.
México se encuentra entre los diez países que más gas queman en el mundo, según datos del Banco Mundial. Esta práctica no solo significa perder un recurso valioso, sino que genera importantes emisiones contaminantes, poniendo en riesgo los compromisos climáticos del país.
"La gestión responsable del gas es un imperativo", advierte De Jesús. "Debemos prohibir la quema innecesaria y crear incentivos para su aprovechamiento. Cada molécula que se quema es dinero que se esfuma y contaminación que evitábamos".
El Plan Nacional de Energía establece como meta producir cinco millones de pies cúbicos diarios para 2024, un objetivo modesto que aún dejaría al país dependiendo de importaciones. Expertos coinciden en que se necesita:
Mayor participación del sector privado en exploración y producción
Inversión agresiva en infraestructura de transporte y almacenamiento
Aprovechamiento del gas asociado que actualmente se pierde
Un marco regulatorio claro y estable
"Sin estos elementos", concluye De Jesús, "seguiremos viendo la paradoja de un país que quema su gas mientras depende del extranjero para satisfacer sus necesidades energéticas".
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