Descubre cómo legisladores en México se capacitan en Inteligencia Artificial para preparar un marco legal que equilibre protección de derechos y desarrollo tecnológico, en un programa impulsado por CANIETI y Microsoft.
La Inteligencia Artificial (IA) dejó de ser un futurismo lejano para volverse una urgencia concreta en la discusión legislativa de México. Hace unos días, más de 300 participantes, entre senadores, diputados y asesores, se conectaron a la primera sesión de un curso bautizado como “Introducción a la Inteligencia Artificial: una visión desde la perspectiva regulatoria”. La capacitación —organizada por la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CANIETI) y con el patrocinio de Microsoft— tiene el reto de dotar a quienes hacen las leyes de una visión amplia y sólida sobre cómo abordar las nuevas tecnologías sin frenar su crecimiento.
El senador Rolando Zapata Bello, del PRI, fue claro: “En México tenemos el gran reto de establecer un marco normativo para el uso de la Inteligencia Artificial que nos permita maximizar todas las oportunidades de bienestar posibles, pero también acote los riesgos inherentes”. Para Zapata, presidente de la Comisión de Inteligencia Artificial en el Senado, la formación de los legisladores es una pieza clave para que los dictámenes futuros no sean un parche improvisado, sino una norma que equilibre progreso y protección.
El académico Pedro Salazar Ugarte advirtió que la IA, en su avance meteórico, trastoca derechos tan delicados como la privacidad y la propiedad intelectual, a la par que Pablo Pruneda Gross alertó sobre la proliferación de sesgos y la producción de desinformación desde sistemas de IA opacos. También resaltaron la importancia de la transparencia en el diseño de algoritmos y la rendición de cuentas de quienes los desarrollan.
Mientras tanto, Itzul Girón distinguió la delgada línea entre regulación y gobernanza: no se trata solo de ponerle candados a la tecnología, sino de fomentar la creación de un entorno de cooperación entre desarrolladores, usuarios y autoridades. De igual modo, Abelardo Cruz Osorio disertó sobre la evolución de los agentes cognitivos autónomos, subrayando que México no puede quedar rezagado: la IA ya no es una curiosidad geek, sino un motor de transformación económica y social.
La CANIETI, que impulsó la iniciativa, subrayó que la meta es formar a los legisladores para que no vean la IA como un monstruo de Frankenstein, sino como un ecosistema que necesita el andamiaje jurídico correcto. Y es que uno de los grandes temores es “matar” la innovación con regulaciones absurdas y obsoletas. Por eso, los especialistas repitieron una y otra vez la urgencia de “no improvisar” y “no frenar” algo que podría traer beneficios enormes al país.
Esta primera sesión fue solo el banderazo de salida. Habrá un ciclo de tres encuentros más, el 17, 21 y 24 de febrero, donde se explorarán temas cruciales: desde la IA en la función pública y su impacto en derechos fundamentales, hasta casos prácticos en los sectores financiero, ambiental y cultural. El cierre aspira a perfilar las directrices que se plasmarían en las iniciativas de ley sobre IA que se cocinan en el Poder Legislativo.
La IA ya se cuela en cada rincón de la economía global y la vida de la gente. En México, la discusión sobre su marco legal apenas calienta motores. La diferencia, esta vez, es que los legisladores quieren estar un paso adelante para no quedarse varados ante los cambios brutales que trae la era digital. Queda por ver si este ciclo de formación logrará, en efecto, una reforma inteligente y no meras restricciones con buenas intenciones. Por ahora, lo cierto es que, en la carrera de la IA, México se está poniendo las pilas para no llegar tarde a la fiesta… o para no sufrir la resaca de una tecnología sin rienda ni control.
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