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SHCP mantiene IEPS sin estímulo por 34 semanas: impacto en precios 2026

Hacienda mantiene sin estímulo el IEPS para gasolinas y diésel por 34 semanas. El impuesto se cobra completo y presiona precios, márgenes y logística rumbo a 2026.

SHCP mantiene IEPS sin estímulo por 34 semanas: impacto en precios 2026

La Secretaría de Hacienda publicó un nuevo Acuerdo que confirma algo que ya se volvió rutina para el mercado de combustibles: por trigésima cuarta semana consecutiva, el estímulo al IEPS para gasolinas y diésel permanecerá en cero. La decisión consolida una era en la que el precio por litro circula sin red fiscal y donde el impuesto vuelve a pesar completo en la estructura de costos que enfrentan consumidores, estaciones de servicio y toda la cadena logística.

Qué significa operar con un IEPS sin estímulo

Para entender el alcance de esta medida, hay que volver al corazón técnico del IEPS. El impuesto se cobra como una cuota fija por litro que se suma al precio del combustible, independientemente de su valor en el mercado internacional. La herramienta del estímulo permitía descontar una parte de esa cuota para suavizar el impacto cuando los precios de referencia se disparaban. Al ser un mecanismo semanal, ajustaba la proporción del impuesto que efectivamente pagaba el consumidor.

Hoy esa válvula está cerrada. Un estímulo de cero significa que la cuota completa del IEPS se cobra tal cual fue definida en la Ley de Ingresos. En términos prácticos, cada litro de gasolina regular, premium y diésel llega al usuario final con la carga íntegra del impuesto, sin subsidios temporales que amortigüen la volatilidad externa. Para los consumidores esto se traduce en una estructura de precios menos flexible y más expuesta al comportamiento del petróleo, la refinación y el tipo de cambio. Para los operadores del sector es una señal clara de que la política fiscal ya no jugará como amortiguador y que la formación del precio recae de nuevo en los determinantes de mercado.

El impacto para gasolineras y para la cadena logística

En las estaciones de servicio, trabajar con un IEPS completo modifica la ecuación diaria. Aunque el margen comercial por litro no se altera automáticamente, la sensibilidad del consumidor a aumentos marginales se vuelve más profunda. Una variación de unos centavos ya no se diluye entre mecanismos fiscales, sino que cae directamente sobre el bolsillo del automovilista. Esto provoca que las estaciones enfrenten una mayor elasticidad de la demanda y presiones competitivas que pueden estrechar sus márgenes, sobre todo en regiones donde la logística encarece la molécula antes de que llegue a la pistola.

La cadena logística también resiente el efecto. Cuando el IEPS se cobra completo no solo sube el precio final, sino que se elevan los costos de almacenamiento y transporte porque cada litro movido vale más y por lo tanto arrastra mayores requerimientos de capital de trabajo y mayor riesgo financiero para distribuidores y mayoristas. En un mercado donde la competencia por precio es intensa, estas presiones obligan a optimizar rutas, tiempos y compras anticipadas, lo que a su vez refuerza la concentración de negocios en empresas con mayor músculo financiero.

En conjunto, la ausencia de estímulo fiscal endurece un ecosistema donde cada centavo importa. Ya no existe la amortiguación que antes protegía al consumidor de picos internacionales y al operador de los desequilibrios semanales. La estabilidad depende ahora de la eficiencia logística y de la capacidad de cada empresa para gestionar inventarios y costos en un entorno más expuesto.

Consumidores frente a un combustible sin amortiguador

Para el consumidor final, operar con un IEPS sin estímulo significa que el precio que ve en la pizarra responde de manera más directa a tres variables: el costo de la molécula importada o refinada, el tipo de cambio y los márgenes de comercialización y logística. El impuesto deja de moverse para suavizar la curva, lo que hace más evidente la relación entre tensiones internacionales y precios domésticos.

El resultado es un consumidor más sensible, que puede modificar hábitos de carga, migrar a estaciones más baratas, reducir consumo o incluso considerar alternativas de movilidad. En mercados donde el diferencial entre estaciones es mínimo, cualquier desplazamiento en el precio se percibe como un cambio estructural más que como un ajuste temporal.

La narrativa 2025: menor intervención fiscal y mayor presión sobre precios

La continuidad del IEPS sin estímulo por más de medio año abre una lectura política y económica del cierre de 2025 y la entrada a 2026. Hacienda parece decidida a retirar gradualmente la intervención fiscal para proteger los ingresos públicos en un entorno de presiones presupuestarias y tasas de interés aún elevadas. Al mismo tiempo, el Gobierno enfrenta un momento político donde la responsabilidad del precio del combustible se traslada de nueva cuenta a las condiciones del mercado y no a decisiones discrecionales.

El mensaje para toda la industria es que la política del estímulo está en pausa indefinida y que el precio por litro deberá sostenerse sin el colchón fiscal que definió buena parte de la estrategia energética de la última década. Entramos a una fase donde el IEPS se cobra en su totalidad y donde la volatilidad global ya no encuentra freno en la Secretaría de Hacienda. En este escenario, las decisiones de planeación, compras, flujo de efectivo y consumo adoptan un matiz más realista y más expuesto a las condiciones del mercado.

México inicia el 2026 con combustibles que cargan el peso íntegro de su impuesto, con gasolineras que operan bajo una competencia más fina y con consumidores que sienten de manera directa lo que cuesta mover la economía sin amortiguador fiscal. Es la nueva normalidad del IEPS sin red.

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