Esentia opera el principal sistema privado de gas entre Waha y el centro de México y se vuelve clave para el nearshoring, la industria intensiva en gas y la nueva regulación de transporte.
En el mapa oficial del nearshoring aparecen parques industriales, anuncios de inversión y promesas de empleo. Lo que casi nunca se ve es la columna vertebral que hace viable todo ese discurso: el gas natural barato que alimenta hornos, calderas, turbinas y procesos industriales. En ese nivel, silencioso pero decisivo, Esentia se ha convertido en uno de los actores privados más estratégicos del país operando un sistema integrado de transporte que conecta el hub de Waha, en Texas, con los principales centros de demanda de gas natural en el centro y occidente de México.
Esentia es hoy la empresa privada que desarrolla, posee y opera el sistema de gasoductos interconectados conocido en el mercado como Wahalajara, una red de más de dos mil kilómetros que une el hub de Waha, en el oeste de Texas, con nodos industriales como La Laguna, Aguascalientes, San Luis Potosí y Guadalajara. No se trata de una línea aislada, sino de un sistema completo de ductos y estaciones de compresión que forman una auténtica autopista energética para llevar gas de la cuenca del Permian directamente a los corredores industriales del Bajío y el centro occidente.
El rol de Esentia es doble. Por un lado, actúa como transportista regulado que ofrece capacidad en sus gasoductos a clientes como la empresa eléctrica estatal y usuarios privados bajo contratos de largo plazo, en muchos casos con esquemas de pago garantizado. Por otro lado, a través de su brazo comercial, compra gas en Texas, lo importa, gestiona balanceo y riesgos de precio y arma paquetes integrados de suministro para industrias intensivas en gas. Esa combinación de infraestructura física y capacidad comercial es la que permite que una empresa en Querétaro, Aguascalientes o Jalisco pueda indexar su costo energético a referencias de Waha y no a combustibles más caros o volátiles.
Para las industrias intensivas en gas la diferencia es estructural. Sectores como vidrio, acero, química, alimentos, automotriz, autopartes y ahora centros de datos requieren un suministro continuo, a presión estable y con una señal de precio competitiva frente a Estados Unidos. Contar con un sistema dedicado que trae gas directamente del Permian hacia el interior del país reduce el riesgo de cortes, acorta distancias frente a puntos de consumo y, sobre todo, ofrece una base de costo que hace posible competir en un entorno donde los márgenes globales son cada vez más estrechos.
La misma infraestructura que hoy hace posible el nearshoring puede convertirse en cuello de botella si el crecimiento de la demanda no se acompaña de inversión y planeación regulatoria. La expansión de parques industriales, nuevas centrales de ciclo combinado y proyectos de centros de datos presiona cada tramo del sistema Waha–México y obliga a diferenciar con claridad entre capacidad contratada de forma firme y capacidad interrumpible.
Los usuarios con contratos firmes tienen prioridad para nominar y recibir el gas contratado aun en escenarios de alta demanda o restricciones operativas. Quien solo cuenta con contratos interrumpibles depende de que sobre espacio en el ducto y de que la presión y el flujo se mantengan dentro de rangos operativos. En un contexto de nearshoring acelerado, la frontera entre ambos mundos se vuelve crítica. Empresas que hoy dependen de capacidad interrumpible porque en su momento parecía suficiente pueden enfrentar cortes, reducciones de entrega o precios más altos cuando el sistema se acerca a saturación.
A esto se suma un factor que suele pasarse por alto en el debate público. México importa más de la mitad del gas que consume y buena parte de ese volumen entra precisamente por los sistemas conectados a Texas. Eso significa que cualquier choque en el Permian, cambios regulatorios en Estados Unidos o restricciones de flujo en los puntos de internación se reflejan en la red que opera Esentia y en las tarifas y condiciones comerciales que enfrenta la industria. La competitividad del nearshoring mexicano descansa, de manera muy directa, en que ese gas siga siendo abundante, barato y físicamente transportable hasta la puerta de las plantas.
La futura creación de la Comisión Nacional de Energía reabre la discusión sobre cómo se regulará el transporte de gas natural en un entorno donde los ductos privados son tan importantes como los desarrollados por la empresa eléctrica estatal. El sistema de Esentia es demasiado grande y estratégico para quedar fuera de la conversación sobre acceso abierto, tarifas, criterios de expansión y seguridad energética.
Desde la óptica regulatoria, hay varias preguntas en la mesa. Cómo asegurar que la asignación de capacidad en un sistema integrado que llega a los principales polos de nearshoring sea transparente y no excluyente, cómo gestionar solicitudes crecientes de capacidad firme sin bloquear a nuevos entrantes, de qué manera se reflejan las inversiones en nueva compresión o loops de ducto en la estructura tarifaria y cómo se coordinan estas decisiones con los planes de generación eléctrica y desarrollo industrial del país.
Para Esentia, el reto es doble. Necesita seguir demostrando que puede operar el sistema con altos estándares de confiabilidad y seguridad, al mismo tiempo que dialoga con la nueva autoridad regulatoria para definir reglas claras que le permitan financiar expansiones sin poner en riesgo la estabilidad de tarifas. Para los usuarios industriales, el mensaje es igual de contundente. No basta con celebrar anuncios de inversión y disponibilidad de gas. Se vuelve imprescindible entender la arquitectura de contratos de transporte, revisar si la capacidad contratada es firme o interrumpible, y evaluar cómo se posiciona cada planta frente a escenarios de congestión o de cambios en la regulación.
Vista desde lejos, la red de Esentia aparece como una línea más en el mapa de ductos. Vista desde la lógica de negocio, es la columna vertebral que permite que una planta que exporta autopartes, un horno de vidrio o un centro de datos puedan anclar su modelo financiero en un precio de gas competitivo y relativamente predecible. Por eso la empresa se ha colocado en el centro de las discusiones sobre expansión de capacidad, nuevas interconexiones y soluciones integradas gas a potencia para alimentar proyectos de alta demanda.
El nearshoring no se juega únicamente en las mesas de negociación de tratados o en incentivos fiscales. Se juega, sobre todo, en la capacidad de sostener durante décadas un flujo continuo de gas barato desde Texas hasta los clústeres industriales mexicanos sin tropiezos regulatorios, sin saturaciones crónicas y sin señales ambiguas para la inversión. En esa ecuación, Esentia opera como el ducto invisible que no sale en las fotos de inauguraciones, pero que define si el discurso del nearshoring se sostiene sobre fundamentos energéticos sólidos o sobre una red llevada al límite.
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