Woodside Energy confirmó que el proyecto Trion avanza al 25 %: costará US$7,200 millones y producirá 100 000 b/d desde 2028, aportando 7 % a la oferta mexicana—si llega a tiempo.
En una videollamada con inversionistas, Woodside Energy mostró una diapositiva con la cifra “25 % complete”. Detrás del dato late una historia de ambición binacional: el campo Trion, descubierto por Pemex en 2012 pero cedido en 2017 a un farm-out con la australiana, promete 100 000 barriles diarios (b/d) a partir de 2028—suficientes para añadir un 7 % a la producción mexicana. La empresa extranjera controla el 60 % del proyecto; Pemex retiene 40 % y la esperanza de recibir más de US$10 000 millones en regalías. Pero cada punto porcentual construido cuesta tiempo y dinero: el capex total se mantiene en US$7 200 millones.
Los reportes del primer trimestre de 2025 revelan que todos los contratos mayores están adjudicados y la fabricación del Floating Production Unit (FPU) ya corta acero en Ulsan, Corea del Sur. Trion alcanzó 15 % de progreso en 3T-2024, saltó a 25 % en 1T-2025 gracias a la llegada de equipos submarinos y al tendido inicial de la fibra óptica que enlazará el control remoto desde tierra. Woodside asegura que los costos siguen dentro del presupuesto y el cronograma apunta al primer aceite en 2028. Sin embargo, analistas recuerdan que cualquier retraso en el astillero o un huracán en el Golfo puede multiplicar costos—y Pemex no tiene margen: su deuda bordea los US$100 000 millones.
El proyecto se articulará en torno a una gigantesca plataforma semisumergible con capacidad de procesar 100 kb/d y almacenar 950 000 barriles en un FSO adyacente. La profundidad —más de 2 500 m en la Cuenca Perdido— obliga a usar conexiones dinámicas y líneas de 60 km hasta el pozo más lejano. México nunca ha operado un campo tan profundo; la curva de aprendizaje dependerá de la transferencia tecnológica que Woodside acepte compartir.
Woodside calcula un retorno >16 % y un pay-back inferior a cuatro años. Para las arcas mexicanas, el modelo fiscal podría rendir US$10 000 millones en impuestos y regalías a lo largo de la vida útil, además de reactivar cadenas en Tampico, Altamira y Veracruz. Pero también expone la paradoja: Pemex, que frenó la exploración en aguas profundas durante el sexenio pasado, ahora necesita urgente esos barriles. El gobierno Sheinbaum admite que las alianzas privadas son la única ruta para compensar el declive de campos maduros y contener la deuda.
Entorno financiero: si el Brent cae por debajo de 60 USD, el flujo libre se estresa; Woodside exige salvaguardas contractuales.
Regulatorio: la posible fusión de CNH dentro de la Sener podría retrasar permisos críticos.
Geopolítica: cualquier sanción occidental a las cadenas coreanas o estadounidenses que fabrican módulos puede demorar la FPU.
Para Pemex, Trion es la apuesta más grande en aguas ultra profundas; para Woodside, su carta de entrada a Latinoamérica. El 25 % alcanzado demuestra tracción, pero también subraya la montaña que resta escalar. Así, cada soldadura en Corea y cada junta aprobada en Ciudad de México cuenta—porque el reloj de la declinante producción mexicana avanza más rápido que las grúas del astillero.
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