El Senado de México aprobó una reforma histórica que moderniza la estructura gubernamental con la creación de nuevas secretarías y una Agencia de Transformación Digital. Este cambio busca combatir la corrupción, impulsar la tecnología y acercar el gobierno a la ciudadanía. Aunque el debate no estuvo exento de polémica, la reforma promete marcar un antes y un después en la administración pública mexicana
Ciudad de México. En una votación histórica, el Senado de la República aprobó este martes la creación de tres nuevas secretarías y una agencia que promete ser el corazón tecnológico del gobierno federal. Con esto, la estructura de la administración pública recibe un ajuste mayúsculo, que muchos califican como un paso hacia la modernización, aunque no faltaron las críticas por parte de la oposición.
Entre los cambios más sonados, la Secretaría de la Función Pública se transforma en la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, asumiendo las funciones del INAI, que está por desaparecer. Además, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ahora será la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, y el Instituto Nacional de las Mujeres asciende a ser la Secretaría de las Mujeres. Por si fuera poco, entra en escena la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, diseñada para coordinar las políticas tecnológicas y de telecomunicaciones del gobierno.
Aunque Morena y sus aliados lograron la mayoría necesaria para aprobar la reforma, las discusiones estuvieron lejos de ser unánimes. Desde la oposición, varios senadores reconocieron algunos avances, pero señalaron posibles riesgos.
Por ejemplo, el panista Ricardo Anaya Cortés señaló que la creación de la Secretaría de las Mujeres era un acierto, pero criticó la desaparición del INAI, argumentando que podría debilitar la transparencia.
En contraste, Alfonso Cepeda, de Morena, defendió la reforma con firmeza, asegurando que está diseñada para poner al gobierno al servicio del pueblo.
El reloj ya corre. Las nuevas secretarías y la agencia digital deberán estar en operación el 1 de enero de 2025, lo que implica una transferencia apresurada de recursos, personal y atribuciones. Además, las críticas sobre el presupuesto han estado en el aire. Carolina Viggiano, del PRI, dejó claro que, aunque el proyecto tiene buenas intenciones, sin recursos suficientes no hay cómo garantizar resultados.
A pesar de las dudas, la senadora Geovanna Bañuelos, del PT, celebró los cambios como una victoria histórica.
Aunque las opiniones están divididas, no hay duda de que esta reforma marca un antes y un después en la administración pública mexicana. Si todo sale como está planeado, estas nuevas entidades podrían convertirse en herramientas clave para combatir la corrupción, fortalecer la igualdad de género y llevar la tecnología al corazón de las políticas públicas.
Sin embargo, como dicen por ahí, “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Ahora, el verdadero reto será traducir estas promesas en resultados tangibles que se reflejen en la vida diaria de los mexicanos. Porque, al final del día, la historia no se escribe con discursos, sino con acciones.
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