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Pemex gasta miles de millones en seguridad de ductos, pero los derrames alcanzan cifras récord

Pemex invierte más de 8 mil mdp en protección de ductos, pero los derrames de hidrocarburos alcanzan cifras récord. ¿Qué está fallando?

Pemex gasta miles de millones en seguridad de ductos, pero los derrames alcanzan cifras récord

La paradoja energética mexicana se agudiza: mientras Pemex destina miles de millones de pesos para proteger y monitorear su red de ductos, los derrames de hidrocarburos alcanzan niveles históricos. El reciente incidente en Veracruz, que contaminó arroyos y afectó comunidades, es solo la punta del iceberg de un problema que combina infraestructura obsoleta, tomas clandestinas y falta de transparencia.

En los últimos seis años, la petrolera ha pagado más de 8 mil millones de pesos a empresas privadas para reforzar la seguridad en ductos, además de invertir en sistemas automatizados como el SCADA, diseñado para monitoreo en tiempo real. Sin embargo, los resultados son alarmantes: el promedio anual de derrames supera los mil eventos, casi cinco veces más que en el sexenio anterior. La mayoría involucra crudo y derivados que terminan en suelos y cuerpos de agua, con impactos ambientales y sociales que tardarán décadas en revertirse.

Las causas son múltiples. Por un lado, la corrosión y el rezago en mantenimiento afectan tramos críticos de la red, donde más de 50 segmentos requieren inspección urgente. Por otro, el crimen organizado mantiene una operación sistemática de perforación para extraer combustibles, lo que no solo provoca pérdidas millonarias, sino también riesgos de explosiones y contaminación masiva.

Pemex asegura que trabaja para revertir la tendencia: más inspecciones, tecnología avanzada y coordinación con autoridades para combatir el mercado ilícito. Pero la pregunta persiste: ¿por qué, pese a los recursos invertidos, los derrames siguen aumentando? Expertos señalan que la falta de un plan integral de renovación de ductos y la opacidad en contratos de seguridad son factores que minan la efectividad de cualquier estrategia.

El desafío no es menor. Cada derrame implica costos de reparación, sanciones ambientales y pérdida de reputación. En un contexto donde la transición energética exige estándares más altos de sostenibilidad, Pemex enfrenta la presión de demostrar que puede operar con seguridad y responsabilidad. El tiempo corre, y la sociedad espera respuestas claras, no solo cifras.


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