
Pemex reduce equipos y pozos a mínimos históricos; deuda y falta de pagos frenan exploración y amenazan la seguridad energética.
La petrolera estatal enfrenta su peor crisis exploratoria en casi una década: menos equipos, pozos mínimos y adeudos millonarios que frenan la búsqueda de nuevos yacimientos. El futuro energético de México está en juego.
Pemex cerró agosto con apenas 30 equipos de perforación en operación, 43% menos que hace un año. De ellos, solo nueve trabajaban en pozos exploratorios, la cifra más baja desde 2016. Entre enero y agosto se concluyeron 46 pozos, el menor registro en tres décadas, y apenas 14 fueron para descubrir nuevos yacimientos.
La falta de exploración golpea directamente la reposición de reservas. Hoy, México cuenta con 18,900 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, la mitad de lo que tenía en 2015. En lo que va del año, solo se han incorporado 282 millones de barriles, un aporte insuficiente para frenar la tendencia.
Detrás del desplome está la asfixia financiera: Pemex acumula pasivos con proveedores por 430,000 millones de pesos. La falta de pagos ha provocado la suspensión de servicios críticos, desde perforación hasta mantenimiento. Empresas como Perforadora México han detenido operaciones en varios campos, agravando la crisis.
Ante la falta de recursos, Pemex ha concentrado esfuerzos en campos maduros para sostener la producción, sacrificando la exploración. Esta decisión, advierten analistas, compromete la seguridad energética y la autosuficiencia a mediano plazo.
El Plan Estratégico 2025-2035 promete estabilizar a Pemex y alcanzar 1.8 millones de barriles diarios, pero sin resolver la deuda histórica y sin inversión suficiente en exploración, el riesgo de un colapso productivo es real. La pregunta es si el rescate financiero llegará a tiempo para evitar que México pierda su capacidad petrolera.
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