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El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) enfrentó su extinción tras la aprobación de una reforma histórica en el Senado. Durante más de una década, su autonomía permitió una transformación real en telecomunicaciones y radiodifusión, logrando mejores servicios y precios más accesibles para millones de mexicanos. Aunque su desaparición marca el fin de una era, el IFT llama a reflexionar sobre los retos y oportunidades.
Ciudad de México. Este 28 de noviembre marcó un punto de quiebre para el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). El Senado de la República aprobó la reforma constitucional que determina su desaparición, un movimiento que, según sus promotores, busca simplificar la estructura gubernamental y distribuir las atribuciones del Instituto entre varias instancias. Sin embargo, el IFT no dejó pasar la ocasión para dejar claras sus preocupaciones y defender su legado con argumentos contundentes.
Desde su creación, el IFT se ha encargado de regular los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión en México, con una autonomía que muchos consideran clave para los avances logrados en estas industrias. En un comunicado, el organismo fue tajante:
Y es que, antes del IFT, el escenario era muy distinto: precios elevados, poca competencia y servicios limitados.
El impacto del IFT en sus 11 años de vida no es poca cosa. Desde su trinchera, logró una reducción de más del 33% en los precios de los servicios de telecomunicaciones, generando ahorros para los consumidores que superan los 805 mil millones de pesos. Además, su enfoque en la regulación asimétrica permitió equilibrar el terreno de juego, imponiendo límites a los gigantes del sector y fomentando la competencia.
Con la reforma, las facultades del IFT quedarán repartidas entre diferentes instancias gubernamentales. Pero, según el Instituto, este cambio podría traer más problemas que soluciones. La segmentación de funciones, advierten, puede generar inconsistencias y complicar la implementación de políticas de competencia económica y regulación.
Además, el IFT subraya la importancia de su capital humano.
A pesar de su inminente desaparición, el IFT no baja la guardia. Mientras la reforma entra en vigor, el Instituto continuará operando con normalidad, desahogando los trámites y procedimientos en curso. Al mismo tiempo, hace un llamado para que las leyes secundarias que surjan de esta reforma consideren los beneficios logrados y aseguren que no se pierda lo avanzado.
Mientras algunos celebran esta reforma como un paso hacia la eficiencia gubernamental, otros la ven como un retroceso. La pregunta que queda en el aire es si este nuevo modelo podrá llenar los zapatos del IFT, un órgano que, guste o no, dejó una huella imborrable en el país. ¿Será este el fin de una era o el inicio de una nueva etapa llena de incertidumbre? Solo el tiempo dirá.
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Periodista, especialista en marketing digital y análisis de mercado, con enfoque en optimización de inversiones digitales y tendencias de mercado.
