Descubre cómo PEMEX transforma aceite residual, algas y bagazo en combustible de aviación sostenible (SAF). Requisitos para proveedores y alianza con Aeroméxico.
Las refinerías que solían tragar crudo hoy se alimentan de cosechas energéticas. Imagina una planta industrial donde el aceite de cocina usado, las algas del Golfo de México y los desechos de caña de azúcar se transforman en combustible para aviones. Esto no es ciencia ficción: es la apuesta silenciosa de PEMEX para convertir sus refinerías en biorrefinerías, bajo el mandato del Artículo LXXXIX de su nuevo Estatuto Orgánico.
Mientras las refinerías tradicionales de PEMEX batallan con caídas de producción del 19.8% en Madero y 32% en Minatitlán, y enfrentan presiones globales por reducir emisiones —responsables del 6% de los gases industriales mundiales, la empresa busca pivotear hacia soluciones sostenibles. El motivo es doble:
Presión regulatoria: El Plan de Sostenibilidad 2030 exige cortar emisiones de metano en 30% y eliminar quemas rutinarias de gas.
Oportunidad económica: La aviación global demanda 300 millones de toneladas de SAF para 2050, y México no quiere quedarse fuera.
Lo revolucionario no es la tecnología, sino el origen de la materia prima:
Aceites residuales: Cada litro de aceite de cocina usado puede producir 0.8 litros de SAF. PEMEX ya prueba cadenas de acopio en CDMX y Guadalajara.
Microalgas del Golfo: Cultivadas en estanques solares en Tabasco, estas algas absorben CO₂ 50 veces más rápido que árboles y generan aceite refinable.
Bagazo de caña: Los residuos de ingenios azucareros de Veracruz y Morelos, antes quemados, ahora se gasifican para producir biocrudo.
"No es pura 'camomila ecológica': el SAF reduce hasta un 80% las emisiones de CO₂ frente al queroseno fósil", explica un ingeniero de proyecto en Salamanca.
El acuerdo con Aeroméxico (2027-2035) no es un simple contrato: es un laboratorio vivo. Con apoyo de Boeing y el CEMIE Bio, se validarán tres rutas clave:
Ruta HEFA: Conversión de aceites en hidrocarburos mediante hidrotratamiento (usada en el vuelo México-Madrid de 2016).
Ruta Power-to-Liquid: Combinación de hidrógeno verde con CO₂ capturado en refinerías.
Gasificación de biomasa: Aprovechamiento de bagazo en la refinería de Salina Cruz.
Aquí el dato fuerte: Para 2030, PEMEX planea destinar 20% de la capacidad de Salina Cruz y Cadereyta a SAF, produciendo 50,000 barriles diarios.
Si eres productor de biomasa, olvida los discursos verdes. PEMEX exige:
Volúmenes brutales: Contratos mínimos de 5,000 toneladas/año de aceite residual filtrado.
Trazabilidad radical: Sistemas blockchain para rastrear desde el cubo de aceite usado hasta el camión recolector.
Sin competir con alimentos: Ninguna materia prima de tierras agrícolas prioritarias (ej. maíz, trigo).
La refinería de Dos Bocas —operando a solo 48,454 barriles diarios es la candidata ideal para reconversión, pero enfrenta barreras:
Logística inversa: Recolectar aceite en pueblos costeros requiere centros de acopio con refrigeración.
Corrosión: Los ácidos grasos libres en aceites usados dañan catalizadores si no se pretratan.
PEMEX no necesita multinacionales: busca PYMES con capacidad de escalar. Priorizará a quienes:
☑️ Tengan plantas de pretratamiento < 200 km de refinerías.
☑️ Certifiquen RSB (Mesa Redonda de Biomateriales Sustentables).
☑️ Aseguren reducción de huella hídrica (máx. 2 litros de agua por litro de biocombustible).
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