NOM-014-ASEA-2022: Construcción, mantenimiento y taponamiento de pozos

Aprende cómo aplicar la NOM-014-ASEA-2022 en la fase operativa de pozos petroleros: manejo de fluidos, residuos, protección de acuíferos, mantenimiento seguro y taponamiento con evidencia ambiental. Una guía práctica con ejemplos sectoriales y recomendaciones clave.

NOM-014-ASEA-2022: Construcción, mantenimiento y taponamiento de pozos

Cuando el proyecto avanza hacia la construcción del pozo, la NOM-014-ASEA-2022 se vuelve más exigente, ya que es aquí donde entran en juego los fluidos de perforación, los equipos de trasiego, los residuos y los riesgos directos sobre suelos y acuíferos. La norma exige que cada actividad esté respaldada por medidas de prevención, contención y registro documental.

Por ejemplo, en la instalación del contrapozo de concreto armado, el regulador busca evitar que los derrames del árbol de válvulas o de las maniobras de mantenimiento se filtren al subsuelo. No basta con improvisar una base de grava o compactar tierra: la exigencia es un contrapozo con diseño estructural, armado y sellado, que pueda resistir presiones y garantizar que cualquier derrame sea contenido. En operaciones reales, se han documentado casos en los que un contrapozo mal diseñado permitió la infiltración de hidrocarburos ligeros hacia el subsuelo; a raíz de la NOM, este tipo de prácticas ya no son aceptables.

Manejo de fluidos: más que bidones y mangueras

La norma dedica un apartado central al manejo de fluidos y sustancias químicas. Esto no solo incluye los lodos de perforación y cementos, sino también combustibles, aceites, aditivos y cualquier químico auxiliar. La idea es que el operador demuestre un control total sobre el ciclo de vida de cada fluido, desde su almacenamiento hasta su disposición final.

En la práctica, esto implica contar con áreas de almacenamiento delimitadas y señalizadas, con cubetos de contención capaces de retener al menos el 110% del volumen del contenedor mayor. Además, cada trasiego debe realizarse con bandejas de goteo y personal entrenado en respuesta a emergencias. Un ejemplo del sector lo encontramos en un campo en Tabasco, donde se documentó el uso de kits anti-derrame con almohadillas absorbentes y barreras móviles en cada maniobra de descarga de diesel; este tipo de prácticas no solo aseguran cumplimiento normativo, también evitan paros costosos por incidentes ambientales.

Los residuos: un dolor de cabeza recurrente

Si hay un punto donde los operadores suelen fallar, es en el manejo de residuos. La NOM-014 obliga a clasificarlos desde el origen en peligrosos y no peligrosos, y a disponerlos en contenedores adecuados que impidan derrames o dispersión por viento.

El ejemplo más común de incumplimiento es la acumulación de recortes de perforación a cielo abierto, lo que genera lixiviados contaminantes. Hoy, la norma exige que se resguarden en presas metálicas, contenedores o recipientes impermeabilizados hasta su disposición final autorizada. En un proyecto del norte del país, un operador implementó un sistema de cubiertas móviles sobre los contenedores de recortes; esto no solo redujo la dispersión por viento, también mejoró la imagen del sitio frente a las comunidades locales, lo que se tradujo en mayor aceptación social.

La protección de acuíferos: el punto más sensible

México tiene antecedentes delicados en contaminación de acuíferos por operaciones petroleras. Por ello, la NOM-014 exige medidas específicas para protegerlos. No basta con entubar el pozo: se deben instalar sistemas de monitoreo y pruebas de hermeticidad en tanques y mangueras, además de garantizar que todo derrame potencial caiga dentro del contrapozo o los sistemas de contención.

En términos prácticos, esto significa que los operadores deben programar inspecciones periódicas con bitácoras firmadas y evidencias fotográficas. Un ejemplo sectorial viene de la Cuenca de Burgos, donde la implementación de pruebas de hermeticidad semanales en mangueras de trasiego redujo en más del 40% los reportes de microfugas en superficie. Aunque estas medidas pueden parecer menores, su impacto en la protección de acuíferos es enorme.

El mantenimiento: un ciclo de disciplina

Una vez que el pozo entra en fase de operación, el mantenimiento se convierte en el principal reto de cumplimiento. La norma obliga a que cualquier trabajo —desde la sustitución de válvulas hasta la reparación de tuberías— se realice dentro de áreas contenidas y con un plan de respuesta inmediata en caso de derrame.

En este punto, el regulador suele ser inflexible. Si durante una inspección la Unidad de Inspección observa que el personal trabaja sobre tierra desnuda, sin charolas de contención, se considera incumplimiento grave. De hecho, en un caso de Veracruz, la ASEA ordenó la suspensión temporal de actividades por este motivo, lo que ocasionó pérdidas millonarias a la empresa.

El taponamiento: el cierre con lupa

Cuando un pozo termina su vida útil, entra en juego la fase de taponamiento y retiro de equipos. Aquí la norma busca asegurar que no quede un pasivo ambiental oculto. El operador debe sellar el pozo, retirar instalaciones y presentar evidencias de que el suelo quedó limpio.

Un ejemplo práctico lo vimos en un pozo en Chiapas: tras el retiro de la torre y el equipo, la empresa contrató a un tercero para muestrear los suelos y demostrar que no había presencia de hidrocarburos. El expediente se cerró con un acta de liberación ambiental emitida por la Unidad de Inspección, lo que blindó legalmente al operador ante reclamos futuros.

El papel de las Unidades de Inspección

Nada de lo anterior tendría valor si no existiera un mecanismo de verificación independiente. La NOM-014 establece que las Unidades de Inspección acreditadas por la ASEA deben emitir dictámenes de conformidad por macropera. Esto obliga a los operadores a organizar sus expedientes de evidencias no por pozo individual, sino por cada macropera en operación.

En la práctica, esto significa que un campo con cinco pozos bajo la misma macropera deberá presentar un solo dictamen, pero con la documentación completa de los cinco. Este enfoque ha permitido al regulador mejorar la trazabilidad y reducir el margen de discrecionalidad en la verificación.

Reflexión final de esta segunda parte

La NOM-014-ASEA-2022 no es solo un conjunto de requisitos técnicos; es un cambio cultural para la industria petrolera en México. Al obligar a documentar, verificar y cerrar cada etapa con evidencia sólida, busca garantizar que el desarrollo energético no deje tras de sí pasivos ambientales costosos e irreversibles.

Para los reguladores, representa un marco sólido para supervisar con mayor rigor. Para los regulados, es un reto operativo y financiero que exige disciplina. Y para las comunidades y el medio ambiente, significa una mayor garantía de que las actividades petroleras se realizarán con responsabilidad.

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