Por Redacción
Expertos señalan que la recién creada CNE enfrenta el reto de operar con autonomía mientras agiliza permisos estancados por años en el sector energético.
El nacimiento de la Comisión Nacional de Energía (CNE) marca un punto de inflexión para el sector energético mexicano, pero su éxito dependerá de su capacidad para operar con verdadera independencia y agilidad, advierten analistas del sector.
Rafael Scott, socio de McKinsey & Company México, lo dice sin tapujos: "El gran reto será demostrar autonomía real mientras resuelve el rezago de permisos que lleva años paralizando proyectos". La CNE hereda las funciones de la extinta CRE en un momento crítico, donde decenas de iniciativas privadas esperan luz verde para avanzar.
La nueva comisión no parte de cero. Llega cargando una mochila de trámites estancados:
Permisos energéticos con 3 o 4 años de retraso
Tarifas y contraprestaciones por actualizar
Proyectos renovables en veremos
"Hay casos que parecen archivados en un cajón", comenta Scott. "La CNE debe priorizar resolver estos cuellos de botella para generar certidumbre. Cada día de retraso ahuyenta inversiones".
Mientras la reforma energética de Sheinbaum busca mayor control estatal, los expertos insisten en que la CNE debe resistir presiones políticas:
Independencia técnica: Basar decisiones en criterios económicos y no ideológicos
Transparencia: Publicar metodologías para cálculos de tarifas
Agilidad: Reducir tiempos de respuesta que hoy se miden en años
"No se trata de ser pro o anti privados", explica el analista. "Se trata de crear reglas claras que permitan cumplir las metas de sustentabilidad que todos queremos".
El camino no será fácil. La CNE deberá:
Limpiar el rezago histórico de trámites
Diseñar mecanismos ágiles para nuevos proyectos
Atraer inversión privada sin sacrificar objetivos nacionales
"El modelo energético actual requiere $40 mil millones anuales en inversión. Eso no lo puede poner solo el gobierno", advierte Scott.
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