Descubre cómo Chile impulsa un modelo de IA regional llamado Latam GPT, con la meta de fortalecer la soberanía tecnológica y reflejar la cultura e idiosincrasia de América Latina.
Chile se sacó un as de la manga en la carrera internacional por la inteligencia artificial: el gobierno anunció que lanzará, en junio de 2025, su propia versión de un gran modelo de lenguaje, bautizado como Latam GPT. Este desarrollo, impulsado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) y ejecutado por el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (Cenia), apunta a ser un sistema público, abierto e inclusivo para la región, “el mejor modelo para problemas de América Latina y el Caribe”, en palabras de sus creadores. Lejos de quedarse solo en los laboratorios chilenos, Latam GPT cuenta con la colaboración de 27 instituciones enfocadas en IA de toda la región, incluidas universidades de Argentina, Colombia, México y Uruguay.
Si bien la idea fue concebida en la hoja de ruta del Cenia desde 2020, su arranque formal ocurrió en 2023, cuando un equipo liderado por Álvaro Soto se propuso construir un modelo con 55 billones de parámetros —casi al nivel de ChatGPT 3.5— y entrenarlo con datos culturales y lingüísticos propios de la región. Para esto, recibieron alrededor de 550 mil dólares, financiados entre recursos propios y aportaciones de la Corporación Andina de Fomento (CAF). El nuevo supercomputador basado en GPU, instalado en la Universidad de Tarapacá, ha sido el caballo de batalla de estos entrenamientos. La ministra de CTCI, Aisén Etcheverry, aseguró que la jugada apunta no sólo a la soberanía tecnológica, sino también a un uso “responsable y ético de la IA”, integrando la diversidad y el bagaje cultural locales.
Se prevé que Latam GPT tenga un enorme impacto en la digitalización del Estado chileno, pues podrá reconocer con mayor fidelidad la idiosincrasia y la sintaxis propias de la zona, algo que —a decir de la ministra— reforzará las aplicaciones de IA en el sector público. Pero esto no se quedará ahí: para el ecosistema privado, sobre todo para las startups, tener acceso a un modelo abierto que entiende el contexto latinoamericano puede significar una diferencia enorme en soluciones tan diversas como atención ciudadana, agricultura de precisión y traducción regional. ¿La gran premisa? Que no sólo las gigantes tecnológicas de Silicon Valley decidan cómo luce y funciona la inteligencia artificial en nuestras tierras, sino que América Latina cuente con su propio músculo en este terreno.
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