Cómo este municipio oaxaqueño transformó su gestión pública combinando sabiduría ancestral con innovación regulatoria. Lecciones para todo México.
Entre los cerros que custodian esta tierra de sol y tradición, se escribió una historia poco común: la de un municipio que decidió que los trámites largos y la palabrería oficial no eran ley. Oaxaca de Juárez, corazón cultural del estado, demostró que cuando autoridades y ciudadanos tejen una misma red, hasta la burocracia más enquistada puede caer.
Todo comenzó en 2021, cuando doña Juana, dueña de un pequeño taller de textiles, llevaba seis meses esperando su permiso de operación. "Ya ni ganas de seguir", confesó en una asamblea vecinal. Esa queja resonó más fuerte que cualquier discurso oficial.
Asambleas que deciden (no solo escuchan)
Cada mes, en lo que llaman Guelaguetza regulatoria,
empresarios, artesanos y funcionarios revisan juntos qué trámites
pueden simplificarse. El resultado: eliminaron 14 de 22 requisitos para
permisos comerciales.
La radio como aliada
En lugar de costosas campañas, usaron la estación comunitaria Radio Bëë Xhidza
("Voz del Pueblo" en zapoteco) para explicar cambios y recibir
feedback. El 70% de las modificaciones surgieron de estas interacciones.
Validación por confianza
Implementaron
un sistema donde líderes comunitarios certifican la seriedad de
solicitantes, reduciendo la necesidad de documentos notariados.
De 6 meses a 15 días para apertura de negocios
85% menos quejas por maltrato en ventanillas
Reconocimiento de UNESCO como caso de innovación social
"Al principio nos tacharon de locos", admite el regidor de Hacienda, "pero cuando vieron que las nuevas empresas pagaban impuestos puntuales, todos se subieron al barco".
El modelo oaxaqueño prueba que no se necesitan grandes presupuestos, sino:
Voluntad para ceder control
Canales reales de participación
Adaptar soluciones a la idiosincrasia local
Cuéntanos: ¿Hay esfuerzos similares en tu comunidad? Comparte tus experiencias y ayudemos a replicar lo que sí funciona.
Mientras muchos esperan que el cambio venga de arriba, Oaxaca de Juárez demostró que las soluciones más poderosas a menudo nacen cuando autoridades y ciudadanos se sientan al mismo lado de la mesa.
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