Conoce cómo la nueva zona de refugio pesquero parcial temporal frente a Chabihau, Yucatán, busca recuperar especies clave, fortalecer la economía local y asegurar que el mar siga alimentando a futuras generaciones. Un respiro hoy para pescar con más fuerza mañana.
El mar a veces parece un cofre de tesoros inagotable, pero la realidad no siempre canta la misma canción. En el poblado de Chabihau, Yobaín, en Yucatán, la pesca llevaba años perdiendo brillo: tallas cada vez más pequeñas, capturas mermadas y un futuro incierto colgando como nube gris sobre la comunidad. Ahora, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) presenta una propuesta regulatoria que busca marcar la diferencia: establecer una Zona de Refugio Pesquero Parcial Temporal frente a Chabihau, para dar chance a la naturaleza de reponerse y ofrecer un mañana más sabroso.
Se trata de trazar en el mapa marino un polígono de 28.44 km² donde algunas pesquerías quedan restringidas, no para fastidiar a los pescadores, sino para permitir que las poblaciones de especies clave (mero rojo, negrillo, langosta espinosa, pulpo rojo) tengan un rato de paz para reproducirse, crecer y recuperar su fortaleza. La idea es que, en lugar de seguir exprimiendo un mar exhausto, se le dé un descanso, asegurando así el abastecimiento futuro, una pesca más sustentable y ecosistemas más sanos.
Esta regulación no es un capricho burocrático. El Comité Náutico de Chabihau —integrado por los propios pescadores y prestadores de servicios turísticos— tocó la puerta de la CONAPESCA, pidiendo esta medida. ¿Por qué? Porque saben que el mar no es una fábrica infinita, y que si no se cuidan las pesquerías ahora, el futuro podría saber a bocas vacías y redes rotas.
Pros de la medida:
Contras y desafíos:
Para el ciudadano que llega a la fonda del puerto esperando un ceviche de mero fresco, esta medida busca que a futuro no falte el ingrediente estrella. Para el pescador que teme por la continuidad de su oficio, apunta a asegurar que no se acabe el show, garantizando que las redes vuelvan a llenarse. Para el sector turístico, este respiro marino es una semilla que podría florecer en paquetes de snorkel, paseos educativos y experiencias responsables, generando mayor derrama económica.
Al final, el mensaje es simple: un mar sano nos conviene a todos. Al proteger este pedacito de océano, se está haciendo una apuesta seria por el bienestar de la gente, del ecosistema y de la economía local. Puede que cueste al principio, pero todo indica que a la larga, el mar devolverá con generosidad lo que hoy se le “perdona”.
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