Energía de EE. UU. detiene la prórroga para Saguaro Energía hasta conocer a tres inversionistas que compraron 30% en 2025. Claves: gobernanza, financiamiento y calendario 2025–2032.
Golpe de realidad para Saguaro Energía: el Departamento de Energía de EE. UU. (DOE) condicionó la solicitud de prórroga a que Mexico Pacific revele la identidad de tres nuevos inversionistas que, a lo largo de 2025, adquirieron 30% de la compañía. Mientras no se conozcan, la petición para mover el inicio de exportaciones de 2025 a 2032 queda en pausa. El reloj corre y el proyecto de US$15,000 millones entra a zona de verificación: gobernanza, financiamiento y calendario.
La carta del 29 de octubre fija una línea roja: sin transparencia accionaria no hay trámite. La instrucción es precisa —entregar los nombres a más tardar el 5 de noviembre— y busca despejar dudas sobre el control efectivo del proyecto y el cumplimiento de sus autorizaciones de re-exportación de gas desde Estados Unidos hacia una planta en México.
El expediente de prórroga expone el nudo operativo: no hay decisión final de inversión, la terminal aún requiere gasoducto de alimentación y la empresa pretende siete años adicionales para iniciar exportaciones. La tesis corporativa es que el mercado asiático sigue ahí; el desafío es probar bancabilidad con patrocinadores plenamente identificados y contratos que sobrevivan a los cambios de calendario.
En 2025, Mexico Pacific trasladó operaciones de Houston a Ciudad de México y nombró a Nelly Molina como directora general, un mensaje de “mexicanización” del timón y de alineamiento político-técnico con la agenda energética local. Pero la prueba crucial no está en la dirección postal, sino en la estructura de capital, la trazabilidad de nuevos socios y la capacidad real de cerrar deuda y equity para un proyecto de 15 Mt/año.
El ángulo mexicano es doble. Para Sonora, Saguaro Energía prometía empleo, obra y encadenamientos industriales; hoy, el riesgo es de cronogramas diferidos. Para la interconexión regional y el gas de EE. UU., el proyecto es un corredor de salida al Pacífico: si se ralentiza, los productores del Permian conservan la presión de buscar rutas alternativas. La ventana comercial no es infinita: Asia mira también otros FIDs y ampliaciones en la cuenca del Atlántico.
Para los offtakers, la señal es prudente: cláusulas de condición precedente y back-up supply hasta que la obra, el ducto y la capacidad de licuefacción estén más allá del papel. La incertidumbre regulatoria no implica veto, pero sí exige que la gobernanza y la divulgación de beneficiarios finales estén a la altura de transacciones multibillonarias y compromisos a 20 años.
¿Qué puede ocurrir en el corto plazo? Tres escenarios razonables: (1) la empresa revela socios, el DOE reanuda el análisis y pide información adicional; (2) se abre un periodo de intervenciones y protestas más intenso en el expediente, con potencial de condiciones a la prórroga; (3) el regulador deniega o difiere la extensión hasta ver avances tangibles en financiamiento y obras críticas. En todos, la transparencia accionaria ya no es optativa.
Saguaro Energía está ante un examen de madurez: capital identificado, permisos alineados y obra secuenciada, o otra vuelta en el carrusel de anuncios. Para un proyecto que pretende articular gas estadounidense, obra mexicana y demanda asiática, la credibilidad se escribe con nombres propios y fechas que se cumplen.
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