maria.lopez
Descubre por qué la presidenta de México justifica la presencia de drones estadounidenses en territorio nacional, mientras crece la controversia sobre una posible injerencia en la lucha contra los cárteles y la soberanía mexicana.
Entre acusaciones de espionaje y el escándalo por el aumento de la vigilancia aérea desde Estados Unidos, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, salió a aclarar: “No hay nada ilegal” en los vuelos de drones estadounidenses que sobrevuelan territorio nacional. De paso, refrendó que dichos aparatos han actuado, supuestamente, con la venia de las autoridades mexicanas y que no se trata de incursiones unilaterales. Pero la duda subsiste: ¿cuán profunda es la injerencia de Estados Unidos en la lucha contra los cárteles, y hasta dónde llega la soberanía de México?
La mandataria subrayó que los drones de inteligencia estadounidenses han realizado sobrevuelos a solicitud explícita del gobierno de México, y que no hay elementos para considerarlos una violación de la soberanía. Agregó que cualquier operativo aéreo se alinea con convenios bilaterales; sin embargo, sus palabras no disiparon el eco de las revelaciones publicadas en medios estadounidenses, que aseguran que Washington habría intensificado la vigilancia para detectar laboratorios de fentanilo.
Sheinbaum insiste en que, lejos de ser un acto de espionaje, esto es parte de una cooperación histórica contra el narcotráfico, la cual, según ella, está perfectamente regulada. Aun así, la situación huele a pólvora diplomática: hace apenas unos días, la Secretaría de la Defensa apuntó que una aeronave militar de EU estuvo cerca de la frontera, lo que encendió alarmas sobre un posible espionaje. ¿El gobierno se contradice o simplemente matiza la estrategia? Es la pregunta en el aire.
La presión de la administración Trump sobre el fentanilo dejó huellas difíciles de borrar. Y aunque el presidente Joe Biden le bajó al tono confrontacional, el periódico The New York Times afirma que la CIA también mete mano en los operativos aéreos, todo bajo la promesa de no usar la información para acciones letales sin el visto bueno de México. Un escenario que, para algunos críticos, bordea peligrosamente la línea entre cooperación y sumisión.
Si la lógica no es un rumor ni un show político, lo concreto es que estos drones siguen surcando el cielo mexicano. Y Sheinbaum, con su mantra de “nada ilegal”, ha querido apagar las brasas. ¿Se trata de un modelo eficaz de colaboración o una puesta en escena que disfraza la injerencia norteamericana? Habrá que ver si en los próximos meses surgen más detalles de esos vuelos “autorizados” y en qué medida la soberanía nacional sale airosa o cuestionada.
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