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Frío con calor: refrigeración por absorción con geotermia para la poscosecha

Cómo usar calor geotérmico para generar frío estable en túneles y cuartos de pre-enfriado: integración técnica, medición por desempeño y bancabilidad para empaques en México.

Frío con calor: refrigeración por absorción con geotermia para la poscosecha

En el mundo real de la agroindustria mexicana hay una paradoja que cuesta dinero todos los días: para conservar mejor los alimentos necesitamos frío… y para producir ese frío solemos depender de electricidad cara en horas punta o de equipos que fallan cuando más se les exige. La geotermia, que muchos asocian sólo con turbinas, entra aquí con un ángulo práctico y poco contado: convertir calor estable del subsuelo en frío confiable mediante refrigeración por absorción. No es una curiosidad de laboratorio; es una tecnología madura que, con temperaturas de fuente entre ~85 y 110 °C, alimenta máquinas de absorción agua–bromuro de litio con coeficientes de desempeño típicos de 0.6–0.8, suficientes para sostener cuartos fríos, túneles de pre-enfriado y cámaras de consolidación en regiones agrícolas donde la electricidad a destiempo encarece cada kilo entregado.

Este texto forma parte de la serie de geotermia y se escribe para gerencias de empaque, logística en frío, productores con alta estacionalidad y banca/FO que financia flujos anclados a ahorros verificables. El objetivo es claro: explicar cómo se integra la absorción en un circuito geotérmico, qué se necesita en términos de temperatura y control, cómo se cobra por desempeño térmico y por qué puede reducir mermas y estabilizar el margen en la poscosecha.

Del pozo al cuarto frío: integración sin misterio

Un circuito geotérmico para usos directos no busca vapor vivo para una turbina; busca agua caliente estable. Ese calor entra al generador de la máquina de absorción, donde separa el refrigerante del absorbente; el ciclo sigue por absorbedor, evaporador y condensador para entregar frío útil. Técnicamente, la condición de borde que manda es la temperatura del generador: si trabajamos con soluciones agua–bromuro de litio, el rango 85–100 °C es el punto dulce para un equipo de simple efecto; por arriba aumenta el riesgo de cristalización si el control químico es deficiente, por abajo cae el desempeño. Estas cifras no son capricho: coinciden con lo que ya entregan muchos pozos de baja/mediana entalpía en México y con los catálogos de fabricantes para aplicaciones industriales.

El intercambiador geotérmico es la pieza de seguridad. Aísla químicamente la salmuera del equipo de absorción, controla incrustaciones y permite mantenimiento sin parar la cámara fría. La medición de energía debe ubicarse en el punto de transferencia hacia el generador, con caudalímetros y sensores de temperatura de precisión industrial; es la base para facturar kWh-térmicos entregados y calcular el costo nivelado del frío por tonelada de producto conservado. Sin medición, no hay contrato serio; con medición, aparece la bancabilidad.

¿Qué cambia en la poscosecha?

Cambia el reloj. En frutas y hortalizas, la primera hora tras cosecha es la que define destino y precio. Cuando la cámara fría depende de electricidad con tarifas horarias, el pre-enfriado se vuelve una apuesta. La absorción geotérmica, en cambio, entrega frío continuo con un costo térmico predecible, de modo que el túnel de enfriamiento y el cuarto de consolidación trabajan al ritmo del campo, no del tarifario. La literatura técnica y experiencias internacionales en agro-alimentos convergen en un efecto económico simple: menor merma y mayor uniformidad de calidad al ingreso del centro de distribución. En un país donde las pérdidas poscosecha históricamente han sido elevadas por limitaciones de cadena de frío, esta diferencia es sustantiva.

El impacto no se agota en la merma. La estabilidad térmica a lo largo del día suaviza la curva de carga de compresores eléctricos auxiliares (si existen) y reduce arrancadas en horarios críticos. Además, la modularidad de la absorción permite escalar de una cámara piloto a un sistema de varias salas, sincronizado con los picos de cosecha. Para empaques que hoy “corren” por la noche para esquivar tarifas, contar con frío base desancla operaciones del reloj eléctrico y estabiliza la logística.

Números que entienden los financieros

Quien financia no compra esperanzas, compra flujos. El contrato que funciona en México es uno de suministro térmico por desempeño. El proveedor de calor entrega kWh-térmicos medidos a la entrada del generador de absorción; el offtaker paga un precio indexado al energético desplazado (GLP/diésel o combinación con tarifa eléctrica), con disponibilidad y calidad pactadas. El COP de la máquina y la temperatura del generador determinan la capacidad frigorífica efectiva; el contrato traslada esa física a caja: tanto calor útil entregado, tanto frío disponible, tal penalización si la disponibilidad cae por debajo del umbral. Así se construye el caso bancable: medición, índice, garantías y escalamiento por fases que amplía capacidad después de demostrar desempeño.

Un punto práctico: en equipos agua–LiBr, el COP 0.6–0.8 puede parecer modesto en abstracto, pero en regiones con calor geotérmico disponible y electricidad cara en punta, el conjunto reduce el costo por tonelada enfriada frente a alternativas basadas sólo en compresión, especialmente donde la geotermia también alimenta invernaderos o secado en el mismo clúster, compartiendo infraestructura térmica.

¿Y los riesgos?

Existen y se gestionan con ingeniería y contratos. El primero es químico: la cristalización de bromuro de litio si se opera fuera de banda o con control deficiente; se evita con automatización, purgas y supervisión de concentración en línea. El segundo es hidráulico: incrustaciones del lado geotérmico; se contienen con selección de materiales, química de control y ciclos de limpieza programados. El tercero es térmico: variabilidad de temperatura o caudal; se mitiga sobredimensionando el intercambiador, colocando almacenamiento térmico donde convenga y pactando en el contrato curvas de entrega que sigan la fenología y la logística del campo. Son riesgos conocidos y documentados en la literatura y en casos de estudio regionales; no son “sorpresas” si se diseña con experiencia.

Dónde tiene más sentido empezar

Allí donde ya existe demanda fría firme: empaques hortofrutícolas que consolidan volumen durante varias horas, corredores agroindustriales con cámaras frías que hoy operan en punta y valles con recurso geotérmico a distancias razonables. En la serie ya miramos a Cerro Prieto y a su entorno agroindustrial; pero la lógica técnica aplica también a radios logísticos en Los Azufres, Los Humeros y Tres Vírgenes, con matices de caudal y temperatura. La clave no es “tener geotermia”, es tener qué enfriar todos los días y poder medir cuánto frío se entregó por cada unidad de calor contratada.

Señal para el productor y para el banco

Para el productor o el empaque, la señal es que el pre-enfriado deja de depender del capricho tarifario y se convierte en una línea estable del estado de resultados. Para el financiador, la señal es un contrato por desempeño térmico con medición robusta, garantías y un plan de crecimiento por etapas. Donde ambos leen lo mismo —flujo predecible y merma a la baja—, las decisiones avanzan.

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