
Explicamos, con enfoque operativo y claro, cómo cambian las tarifas finales de CFE Suministro Básico vigentes desde septiembre de 2025 y qué hacer según tu perfil (residencial, PyME, MT/AT) para evitar DAC, reducir picos de demanda y planear presupuestos sin sorpresas.
La publicación oficial de las Tarifas Finales del Suministro Básico con vigencia a partir del 1 de septiembre de 2025 redefine, una vez más, el precio que pagan los hogares, comercios y usuarios industriales atendidos por CFE Suministro Básico. Más allá del titular, lo relevante es entender cómo se construyen esas tarifas, qué cambió en la integración de costos y qué acciones prácticas conviene tomar por perfil de consumo para moderar el impacto en la factura eléctrica del último cuatrimestre del año.
Este artículo desglosa los elementos críticos para responsables de energía, administradores de inmuebles, CFOs y equipos de operaciones que necesitan convertir una publicación del DOF en decisiones operativas y presupuestos realistas.
La “tarifa final” es el precio todo incluido que observa el usuario en su recibo. Surge de la integración de costos regulados y de mercado que, en conjunto, hacen posible llevar electricidad desde el sistema eléctrico nacional hasta cada punto de carga. En términos operativos, combina:
Portadores regulados: transmisión, distribución y servicios del operador del sistema.
Costos del suministro: energía y capacidad, más los servicios conexos no incluidos en el mercado eléctrico.
Costos de operación del suministrador básico: asociados a la actividad comercial de CFE como proveedor de último recurso para usuarios de Suministro Básico.
El resultado es una señal de precio por bloque y periodo (según la tarifa aplicable) que puede incluir cargo fijo, cargo por energía (kWh) y, en tarifas con medición de demanda, cargo por potencia (kW) diferenciado por horarios base, intermedio y punta.
Aunque la publicación no se traduce en una reforma estructural, sí actualiza cuotas y parámetros con efecto en la factura de septiembre en adelante. En la práctica:
Residencial: se mantienen los umbrales por zona climática que determinan cuándo un servicio cruza a Doméstico de Alto Consumo (DAC). El punto sensible en esta época del año son los hogares en regiones cálidas que, por aire acondicionado y refrigeración, rozan los límites mensuales promedio.
Negocios en baja tensión: tiendas, oficinas y servicios con carga distribuida verán el impacto principalmente por el costo del kWh y cualquier cargo básico. La ventana de ajuste está en horarios de operación, control de climatización y reconversión tecnológica.
Mediana y gran demanda (MT/AT): el driver dominante sigue siendo la demanda facturable y la exposición horaria. La combinación de perfil de carga, estacionalidad y eventos de punta a fin de verano exige una gestión fina de set points, bombas, HVAC y, cuando existe, almacenamiento eléctrico.
Riego agrícola y alumbrado público: la programación horaria y la eficiencia de equipos marcan la diferencia entre absorber o contener el alza estacional.
El paso a DAC no es un evento puntual; se calcula con el promedio del consumo mensual en un año móvil y se dispara cuando ese promedio rebasa el límite de alto consumo definido por zona tarifaria. Los umbrales de referencia van, según región, desde 250 kWh/mes en zonas templadas hasta 2,500 kWh/mes en climas más extremos.
Por qué septiembre es crítico: aún hay carga térmica en buena parte del país y, si el servicio ya venía presionado por consumos altos en verano, un último pico puede empujar el promedio anual por encima del umbral. Para hogares al borde, pequeñas intervenciones (temperaturas de consigna, horarios de uso de A/A, sellos en puertas y ventanas, mantenimiento de refrigeración) evitan meses enteros de cobro a precio DAC.
En usuarios con medición de kW, un solo pico mal gestionado en horas punta puede encarecer todo el periodo. Medidas concretas y verificables:
Secuenciar arranques de equipos pesados y bombas.
Bajar set points antes de la franja punta para “precargar” la inercia térmica.
Programar producción o procesos térmicos fuera de punta cuando el layout y la seguridad lo permitan.
Penalizaciones por bajo factor de potencia —o bancos de capacitores mal ajustados— equivalen a pagar por energía que no aprovechas. La revisión mensual de registros y la corrección en tableros es de las inversiones con payback más corto en MT/AT.
Hay comercios y servicios que, por crecimiento orgánico, quedaron en una tarifa o nivel de tensión subóptimos. Un análisis de elegibilidad puede habilitar mejores estructuras de cobro o, al menos, condiciones contractuales más alineadas al patrón real de consumo.
Mantenimiento preventivo de A/A y refrigeración: bobinas limpias y cargas de refrigerante correctas reducen kWh y prolongan vida útil.
Rutinas de cierre: iluminación, impresoras, routers, vitrinas y cartelería electrónica suelen quedar encendidos sin necesidad.
Capacitación del personal: un check-list de 5 minutos al cierre recorta el consumo base nocturno y de fines de semana.
Para pasar del texto oficial a un presupuesto confiable necesitas tres insumos:
Historial horario (o, en su defecto, el mejor proxy de tu curva de carga): extrae kWh por franja y kW máximos por periodo.
Estructura tarifaria vigente para tu servicio: identifica si aplica cargo fijo, cargo por demanda, mínimos mensuales y temporadas.
Cuotas actualizadas de septiembre 2025: son las que determinan pesos por kWh y por kW, además de cualquier cuota básica.
Con ello:
Construye un escenario base “as-is” y un escenario operativo con medidas de shifting/peak shaving.
Evalúa el delta mensual y el ROI de cada intervención (desde reprogramación de horarios hasta controladores o almacenamiento).
Si administras múltiples sedes, prioriza por intensidad energética y exposición a punta: los primeros dos deciles suelen explicar la mitad del gasto.
Residencial (zonas cálidas): ajusta set points del A/A, usa ventilación cruzada por la noche, programa lavadoras y secadoras fuera de horas pico y evita operar hornos eléctricos durante la tarde. Si estás a <10% del umbral DAC, haz un esfuerzo concertado por uno o dos ciclos de facturación: el promedio anual puede salvarte la temporada.
PyME en baja tensión: define un “modo punta” con iluminación reducida, puertas cerradas para no perder frío, y tareas de mayor carga (horno, cámaras, compresores) antes o después del bloque caro. En supermercados y restaurantes, la operación de cámaras y el sellado de accesos dan ganancias inmediatas.
Entes públicos: alumbrado y bombeo concentran el gasto. La reprogramación horaria, el dimming y la migración a LED recortan consumo sin merma del servicio; en bombeo, una auditoría de eficiencia hidráulica paga sola la implementación.
Las tarifas de septiembre son, en los hechos, el arranque del cierre anual. Quien simule y actúe ahora llega a noviembre con curvas de carga más planas, menores picos y facturas predecibles. Quien lo deje para después, pagará en kW lo que no gestionó en septiembre–octubre.
Este análisis transforma una publicación normativa en una hoja de ruta operativa. Si eres responsable de energía o presupuesto, la clave no está en memorizar tablas sino en leer tu demanda, entender tu exposición horaria y alinear la operación diaria con la señal de precio vigente. Las herramientas son conocidas; la diferencia está en aplicarlas con rigor las próximas ocho semanas.
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