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UNTyPP acusa 'exclusión' de 20 mil técnicos del alza salarial en Pemex; crece tensión por citatorios de la FGR

El sindicato de técnicos acusa trato desigual en el aumento de 4.5% y denuncia citatorios de la FGR tras un plantón en Coatzacoalcos. Qué implica para nómina, operación y gobernanza.

UNTyPP acusa 'exclusión' de 20 mil técnicos del alza salarial en Pemex; crece tensión por citatorios de la FGR

La Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTyPP) denunció que 20 mil agremiados quedaron fuera del incremento de 4.5% pactado por Pemex con el sindicato mayoritario. La queja llega en medio de citatorios a dirigentes del gremio por una protesta en Coatzacoalcos y abre un flanco laboral con implicaciones presupuestarias, operativas y de gobernanza sindical dentro de la empresa.

La narrativa de la UNTyPP es directa: si el ajuste salarial se reconoce cada año para el personal amparado por la negociación mayoritaria, no aplicar un criterio homogéneo al resto de técnicos y profesionistas rompe la práctica histórica y acentúa la sensación de trato desigual. Del otro lado, la administración centraliza la interlocución y remite a la revisión con autoridades hacendarias y energéticas, dejando incertidumbre inmediata para el bolsillo de quienes no están cobijados por el acuerdo principal.

El conflicto no se limita a la nómina. Tres integrantes del comité nacional fueron citados tras el plantón de agosto en el Edificio Inteligente de Pemex Petroquímica en Coatzacoalcos, un episodio que el gremio lee como criminalización de la protesta. La señal que recibe la base técnica es que la presión por mejores condiciones y cargas de trabajo se procesará en vía penal o administrativa, justo cuando áreas clave lidian con sobrecarga operativa y vacantes críticas.

En el terreno práctico, el 4.5% es más que un porcentaje: marca la línea base para prestaciones atadas al salario tabulado, retroactivos y topes de negociación en 2026. Si el ajuste no se reconoce de manera pareja, aparecen asimetrías internas que pegan en retención de talento, movilidad entre plazas y moral del equipo en activos estratégicos. En una empresa que busca estabilizar finanzas y producción, desalinear al personal técnico es un riesgo operativo.

Hay otra capa: las métricas de clima laboral. En años de reorganización y cambios contables, medir productividad por segmento sin un piso salarial parejo abonará a lecturas sesgadas sobre desempeño. Con mayor carga de trabajo y rotación, la curva de aprendizaje en campos, refinerías y logística se alarga, y cada vacante no cubierta encarece el barril o el litro entregado.

¿Qué mira hoy el mercado? Tres cosas: (1) si se clarifica el alcance del aumento para todo el personal técnico-profesional; (2) si los citatorios escalan o se reconducen al diálogo; (3) si hay calendario de retroactivos y un canal formal para quejas por cargas laborales y seguridad industrial. Un cierre ordenado del tema enviaría una señal de gobernanza en una empresa que aún debe cubrir vencimientos financieros significativos en 2026–2029.

La discusión no es sólo de porcentajes: es de señales. Un ajuste salarial que deja fuera a quienes operan equipos, laboratorios, integridad mecánica y seguridad de procesos no es sostenible. La paz laboral se compra con reglas claras y aplicación pareja; lo contrario, se paga en riesgo operativo.


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