Con la gasolina Magna arriba de 23 pesos y el diésel por encima de 26 pesos por litro, 2025 obliga a las empresas con flotas a profesionalizar su compra de combustibles. Te explico cómo se forman los precios (IEPS, tipo de cambio, logística) y qué estrategias usar para blindar tu presupuesto de transporte y construcción.
Antes de hablar de coberturas y estrategias, hay que mirar el tablero tal como amanece hoy. De acuerdo con datos de PETROIntelligence retomados por medios nacionales, el precio promedio a nivel país este 18 de noviembre de 2025 ronda los 23.3–23.6 pesos por litro para la Magna, 25.8 pesos para la Premium y 26.2 pesos para el diésel.
En las tres plazas clave para transporte y logística —Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León— el panorama no es precisamente benévolo:
En CDMX, la Magna se mueve alrededor de 23.46 pesos, la Premium cerca de 25.0–26.0 pesos y el diésel en torno a 25.0–26.0 pesos por litro.
En Jalisco, la Magna se ubica cerca de 23.88–23.87 pesos, la Premium alrededor de 26.42 pesos y el diésel por arriba de 26.2 pesos.
En Nuevo León, el mensaje es claro para quien opera flotas pesadas: Magna sobre los 23.3 pesos, Premium ligeramente arriba de 27 pesos y diésel justo por debajo de 26 pesos por litro.
Para una empresa de transporte, logística o construcción, estos números no son solo una nota de prensa: representan una presión directa sobre el costo por kilómetro, el costo por viaje y, en último término, sobre los márgenes de cada contrato. En un escenario donde una sola ruta de tractocamión puede consumir entre 300 y 600 litros, una variación de 50 centavos por litro se traduce rápidamente en decenas de miles de pesos adicionales al mes.
La pregunta que debería estar sobre la mesa de cualquier director de Operaciones o Finanzas no es “¿cuánto cuesta hoy la Magna?”, sino: “si el nivel actual se mantiene o sube 1–2 pesos por litro en 2025, qué le pasará a mi presupuesto y a mi utilidad?”.
El precio que ves en el totem de la gasolinera es la suma de varias capas que se mueven de forma distinta. Entenderlas es el primer paso para dejar de vivir “al día” con la gasolina y el diésel.
IEPS y estímulos fiscales
Desde mediados de noviembre de 2025, las gasolinas y el diésel están pagando la cuota completa del IEPS, sin estímulo fiscal que amortigüe el golpe. Las cuotas vigentes —en torno a 6.45 pesos por litro para la Magna, 5.45 para la Premium y 7.09 para el diésel— se trasladan casi íntegras al precio final.
Para una empresa que consume 50 mil litros mensuales de diésel, esto significa que solo por IEPS está aportando más de 350 mil pesos mensuales al fisco.
Tipo de cambio
Aunque el consumidor paga en pesos, buena parte de la referencia de precio se fija en dólares: el crudo, algunos componentes importados y en muchos casos la gasolina misma cuando se trae del exterior. Un peso que se deprecia frente al dólar, aun de forma moderada, encarece el componente de importación, aunque el volumen consumido sea el mismo.
Precio internacional del crudo y refinados
La referencia a los mercados internacionales (WTI, Brent, mezclas de refinados) sigue siendo el termómetro de fondo. En un año con tensiones geopolíticas, recortes de producción o demanda fuerte, los valores de referencia suben y terminan reflejándose en el costo del litro.
Política de estímulos y recaudación
La Secretaría de Hacienda ajusta semanalmente los estímulos al IEPS: puede absorber una parte del impacto cuando los precios internacionales suben o liberar la cuota completa cuando busca fortalecer ingresos tributarios. El hecho de que las gasolinas acumulen ya decenas de semanas sin estímulo es una señal clara de que, al menos en el corto plazo, el gobierno está privilegiando recaudación sobre contención de precios.
En términos simples: aunque tu flota haga los mismos viajes que el año pasado, el costo por litro puede subir solo porque cambió la combinación IEPS–tipo de cambio–precio internacional. Si no integras estas variables a tu planeación, tu presupuesto se quedará corto sin que hayas crecido ni un kilómetro.
A las capas fiscales y financieras se añade la parte más operativa de la cadena:
Refinación y mezcla: transformar crudo en gasolina y diésel implica costos de energía, mantenimiento, paros programados y no programados. Cuando una refinería tiene problemas técnicos o sale de operación, se incrementa la dependencia de importaciones más caras o de logística adicional.
Logística nacional: transporte por ducto, buque, autotanque o ferrocarril, almacenamiento en terminales y distribución final hacia estaciones de servicio y consumidores grandes. Cada tramo tiene su costo y su riesgo, especialmente en un entorno donde el robo a la infraestructura sigue siendo un problema latente.
Margen comercial: el distribuidor y la gasolinera deben cubrir operación, personal, mantenimiento, rentas y utilidad. Este margen varía por región, tipo de estación y competencia local, lo que explica por qué puedes ver diferencias de más de 1 peso por litro entre municipios relativamente cercanos.
Para una empresa con flotas, esta capa logística es clave porque define si te conviene:
Abastecerte en tu propia estación interna.
Concentrar carga en ciertas rutas o estaciones específicas de confianza.
Negociar directamente con distribuidores mayoristas en lugar de comprar siempre a precio público.
La lógica es clara: cada peso que recortes de la cadena logística o del margen comercial, sin comprometer calidad ni cumplimiento, va directo a tu costo por kilómetro.
Una vez claro el mapa de precios y sus motores, la pieza clave es cambiar la forma en que gestionas gasolina y diésel. Ya no basta con “buscar la gasolinera barata” del día; se necesita una estrategia empresarial.
En lugar de asumir “24 pesos por litro” todo el año, construye bandas de precio para tus principales combustibles (Magna y diésel, principalmente):
Escenario base: precio promedio actual (por ejemplo, 23.5–26.0 pesos por litro según zona).
Escenario de estrés moderado: +1 peso por litro.
Escenario de estrés severo: +2 pesos por litro.
Sobre cada banda, calcula costo por kilómetro, por ruta y por contrato. Esto te permitirá decidir desde hoy si necesitas ajustar tarifas, recortar rutas deficitarias o renegociar plazos con clientes clave en caso de que se materialice el escenario de estrés.
Herramientas como EnergiA pueden automatizar este ejercicio: tomar precios diarios, vincularlos a tus consumos históricos y ayudarte a ver cuánto se mueve tu presupuesto si IEPS, tipo de cambio o referencias internacionales cambian en cuestión de semanas.
Si tu consumo mensual supera ciertos umbrales, tiene poco sentido vivir exclusivamente del precio público en mostrador. Evalúa con tus proveedores:
Contratos de mediano plazo (3, 6, 12 meses) con fórmulas ligadas a referencias claras (por ejemplo, índices nacionales o internacionales más un margen fijo).
Cláusulas de ajuste por IEPS y tipo de cambio, para saber desde el principio cómo se trasladarán los cambios fiscales o cambiarios al precio que pagas.
Condiciones de volumen mínimo y ventanas de entrega que te protejan de cortes inesperados y te den prioridad en momentos de escasez regional.
El objetivo es pasar de la incertidumbre diaria a un marco predecible, donde puedas explicar a tu consejo o socios por qué tu costo por litro sube o baja, sin depender exclusivamente del humor del mercado o de decisiones semanales de Hacienda.
El mejor precio de la plaza se desperdicia si tu flota consume más de lo necesario. Aquí hay tres frentes que suelen tener impacto real en el costo por kilómetro:
Rutas y operación: evitar vacíos, rediseñar recorridos para reducir kilómetros muertos, consolidar entregas y combinar cargas cuando sea posible.
Estilo de conducción y mantenimiento: capacitación en conducción eficiente, control de ralentí, revisión de presiones de llantas, afinación y filtros. Cambios menores pueden traducirse en reducciones de 5–10% en consumo en ciertas operaciones.
Control de combustible y prevención de fugas internas: sistemas de tarjetas, medidores volumétricos, conciliación entre litros cargados, kilómetros recorridos y litros administrativamente registrados.
En este punto, la app “Litro por Litro” de Profeco y los canales de denuncia ([email protected] y WhatsApp 55 6868 2589) son aliados: si detectas que cierta estación no da litros completos, puedes documentarlo y denunciar.
Para consumos muy altos o para cadenas logísticas con contratos de tarifa fija, puede ser viable analizar coberturas financieras simples sobre el componente de combustible, utilizando derivados vinculados a referencias de crudo o gasolinas, o bien acuerdos con proveedores donde se establecen techos de precio a cambio de ciertos volúmenes o plazos.
No todas las empresas necesitan instrumentos sofisticados, pero al menos conviene:
Mapear qué porcentaje de tus costos totales es combustible.
Identificar a partir de qué nivel de precio por litro tu margen se vuelve crítico.
Explorar con banca y proveedores posibilidades de productos que limiten el daño si se cruza ese umbral.
El objetivo no es apostar al mercado, sino evitar que un shock de 2–3 pesos por litro te saque de juego en un contrato largo.
El entorno 2025 manda señales claras:
Llevas meses sin estímulos al IEPS, por lo que el componente fiscal está en su nivel máximo.
Los precios promedio de gasolina y diésel se mantienen en una meseta alta, con ligeras alzas en Premium y diésel.
La vigilancia regulatoria (CRE, Profeco) continúa, pero no corrige por sí sola la volatilidad de mercados internacionales ni decisiones fiscales.
En este contexto, las empresas con flotas y operaciones intensivas en diésel necesitan pasar de un monitoreo manual a un sistema de inteligencia de combustibles:
Datos diarios integrados: precios promedio nacionales y por estado, IEPS vigente, estímulos (si los hay), tipo de cambio y consumo propio por ruta.
Alertas automáticas: umbrales definidos por la propia empresa (por ejemplo, cuando el costo por kilómetro supera cierto nivel o cuando el IEPS se modifica).
Escenarios de decisión: reglas claras para cuándo renegociar tarifas, cuándo ajustar rutas, cuándo activar cláusulas de revisión en contratos con clientes.
Aquí es donde cobra sentido combinar la visión regulatoria de AI Regula Solutions con un motor de IA como EnergiA: no se trata solo de leer el precio de hoy, sino de anticipar la próxima semana y el próximo trimestre, con base en cambios fiscales, señales de mercado y tu propio historial de consumo.
En un año donde cada litro pesa en la hoja de resultados, la diferencia entre una empresa que “ve la nota de la gasolina” y otra que gobierna su presupuesto de combustibles con datos, regulación e IA puede marcar la frontera entre sobrevivir, recortar operaciones… o aprovechar la volatilidad para ganar participación en el mercado.
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