7 horas atrás
4 mins lectura

Sheinbaum entre Pemex y clima: el equilibrio más difícil

Primer año: la presidenta impulsa soberanía energética con hidrocarburos mientras busca liderazgo ambiental regional. Presupuesto, planes y señales que explican la contradicción.

Sheinbaum entre Pemex y clima: el equilibrio más difícil

El dato político de arranque define el tono del sexenio: una presidenta con formación científica que apuesta por soberanía energética anclada en hidrocarburos, y al mismo tiempo busca liderazgo ambiental regional. Ese binomio coloca a México en una tensión creativa —o contradictoria, según quién lea— entre rescatar a Pemex y acelerar la transición.

Lo que se dijo y lo que se financia

El Programa Nacional de Restauración Ambiental 2025–2026 puso sobre la mesa 78 sitios prioritarios y metas con horizonte 2030: 30% de superficie costera degradada restaurada, 100 mil hectáreas de bosque recuperadas y saneamiento de cuencas estratégicas. La Semarnat luce, además, un equipo con oficio técnico-político que intenta reposicionar a México en foros internacionales y articular una narrativa post-extractivista.

En paralelo, el Plan Estratégico 2025–2035 para Pemex vuelve a la ortodoxia petrolera: capitalización, manejo de pasivos, foco en yacimientos complejos y evaluación de técnicas como el fracturamiento hidráulico para recomponer reservas. Y el Plan de Fortalecimiento y Expansión del SEN 2025–2030 suma 35 nuevas plantas, mayoritariamente a gas natural, para cerrar brechas de confiabilidad.

El punto de fricción aparece en el presupuesto: dentro del rubro “Recursos para la Adaptación y Mitigación de los Efectos del Cambio Climático” para 2026, alrededor de 220 mil millones de pesos, la SEDENA concentra ~40%, mientras Semarnat recibe menos del 4%. El resto se reparte entre infraestructuras no climáticas puras (ferrocarril, articulación de hidrocarburos) y otras dependencias. Es decir: el rótulo climático contiene proyectos mixtos donde la mitigación es indirecta o auxiliar.

Qué significa para el rumbo energético (y para la caja pública)

Para Pemex, el respaldo financiero y la posibilidad de evaluar plays complejos dan oxígeno a su curva de producción y vencimientos. Para el sistema eléctrico, más gas en la base promete menor costo marginal y menos cortes en picos; pero aplaza la sustitución estructural por tecnologías no fósiles despachables.

En cambio climático, el mensaje es matizado: la diplomacia verde y la restauración se mueven, pero el amor presupuestal se canaliza hacia proyectos de gran infraestructura y la política petrolera. El riesgo es rebasar las metas de emisiones del propio gobierno si exploración y nuevas plantas fósiles no vienen con estándares duros de eficiencia, metano controlado y calendarios claros de descarbonización sectorial.

Tabla — Año 1: tres vectores que explican la contradicción

Vector Señal de política Lectura de fondo
Restauración y liderazgo 78 sitios prioritarios; metas 2030; reposicionamiento internacional La narrativa climática existe y suma legitimidad técnica
Soberanía energética Plan Pemex 2025–2035; evaluación de geología compleja Prioriza ingresos y seguridad de suministro a mediano plazo
Asignación presupuestal ~220 mil mdp “climáticos”: SEDENA ~40%, Semarnat <4% La estructura del gasto favorece macro-proyectos no climáticos puros

Síntesis: discurso y técnica alinean transición; recursos y portafolio la tensan.

¿Hay una salida coherente?

La coherencia no pasa por apagar una mitad del tablero, sino por ordenar prioridades: si Pemex seguirá como columna fiscal y energética, su plan debe incluir metas explícitas de intensidad de emisiones, control de metano, eficiencia de refinería y criterios de inversión que cierren la puerta a proyectos sin retorno climático-financiero. En electricidad, cada MW de gas debe venir con obligaciones de respaldo renovable y almacenamiento que reduzcan emisiones por MWh en la década.

Y el rubro “climático” del presupuesto necesita un tamiz que separe obras de movilidad e infraestructura del financiamiento neto de mitigación/adaptación; solo así la evaluación internacional y la interna dejarán de verse como contabilidad creativa.

Qué mirar en el año 2

Tres termómetros marcarán el giro: reglas de metano vinculantes para upstream y refinerías; pipeline de almacenamiento y flexibilidad que acompañe la expansión a gas; y la trazabilidad del gasto “climático” hacia proyectos dedicados de restauración, resiliencia hídrica, eficiencia y calor limpio. Si estos mueven aguja, la presidenta científica podrá reconciliar discurso y ejecución.

Si este análisis te ayuda a tomar posición —en portafolios, proyectos o advocacy— síguenos. Aquí traducimos la política energética en ventajas medibles para tu estrategia.

FAQ

¿Por qué se percibe contradicción?
Porque se apoya a Pemex y gas para la confiabilidad del sistema, mientras se promete liderazgo climático; el presupuesto inclina la balanza hacia macro-proyectos y deja menos recursos a política ambiental pura.

¿Qué aporta el Programa de Restauración?
Metas concretas en costas, bosques y cuencas y una ventana 2025–2026 para recuperar terreno perdido.

¿Qué implica el plan de Pemex?
Capitalización y evaluación de plays complejos para sumar reservas; exige controles ambientales estrictos para no chocar con la meta climática.

¿Cómo se ordena el gasto “climático”?
Con clasificación funcional que distinga mitigación/adaptación directas de infraestructura; y con KPIs verificables por tonelada evitada o hectárea restaurada.

Compartir Post:

Deja un comentario

Todos los campos son obligatorios *